Hay olores que consiguen alejarte de las noticias de la pandemia, de los líos de la política, de las presuntas corrupciones, de las cifras del paro, de la situación cultural que estamos viviendo, de los iluminados de toda condición y de las numerosas incertidumbres que acechan. El olor de las verduras, sin ir más lejos, cuando empiezan a hervir. Esas verduras que luego se convertirán en puré. Espinacas, acelgas, zanahorias, puerros, pimientos, judías verdes, brócoli... Ese olor que inunda ahora mi cocina mientras observo que el sol que teñía el horizonte de naranja hace un rato, justo al levantar las persianas, ha desaparecido por completo. Me siento en una silla y me quedo ahí, en silencio, percibiendo ese olor y la sensación de que hoy nada malo podrá ocurrir.
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