Siempre lo he dicho: me encantaría ser padre. Según han ido pasando los años y las circunstancias, la idea cada vez me parece más lejana. Ah, las cosas de la vida. Al margen de tener cierta estabilidad emocional (creo que esto lo voy alcanzando), es necesario tener un trabajo más o menos estable: añadir a esa estabilidad emocional la estabilidad económica, en resumidas cuentas. Y hoy no están las cosas para muchas fiestas, lamentablemente. Más bien al contrario. Pienso en todo esto el Día del Padre, el 19 de marzo. No soy mucho de celebrar los días estipulados por los calendarios o la publicidad de los centros comerciales. Creo que si tienes un buen padre (como es mi caso), debes celebrarlo todos los días. Y si no, pues ni acordarte de él (aunque supongo que lo harás en todo caso). Antes de ir a su casa, la de mis padres, para comer todos juntos, leo un relato del último libro de la estupenda escritora italiana Dacia Maraini, "Amor robado". El relato se titula "La niña Venezia". No adelantaré mucho del argumento. Una pareja está ansiosa por ser padres y, finalmente, después de muchos esfuerzos, lo consigue. Luego, ocurren una serie de despropósitos y una desgracia irreparable. El cuento es brutal (el resto de los relatos también es soberbio). Refleja con una sencillez y una contundencia apabullantes las obsesiones de esos padres por tener a esa niña, Venezia, y cómo, sobre todo el padre, van perdiendo los papeles en todos los sentidos. "Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas", decía la célebre frase de Santa Teresa y que Truman Capote nos recordó en su libro "Plegarias atendidas". El propio Capote podía ser un buen ejemplo de esas palabras. Capote alcanzó un éxito brutal con su magistral "A sangre fría" y, a partir de ahí, comenzó su declive, la cuesta abajo, el hundimiento total en el alcohol y las drogas. Nunca volvió a conseguir aquella apoteosis creativa y social, pese a que, incluso en sus momentos de mayor decadencia, seguía siendo un escritor sublime ("Música para camaleones"). Capote no tuvo hijos. Posiblemente no le interesaba la idea. La inestabilidad emocional le rondó durante casi toda su vida. Con esto no quiero decir, ni mucho menos, que todos las personas que tienen hijos estén equilibradas. Ahí están los periódicos cada día con noticias escalofriantes sobre maltrato o asesinato de los propios hijos. Sin embargo, considero que, de entrada, debes estar preparado para ello. Psicológicamente, sobre todo. Tener ganas y tener dinero, ay. Me temo que no voy a ser padre ya. Los años van pasando y uno se va haciendo mayor. Las múltiples circunstancias de la vida hacen que se vaya agotando la paciencia. Es lo que hay. Eso no quita para que cuando vea un recién nacido o mis sobrinos se acerquen a darme un beso sienta una intensa alegría, unas ganas de recuperar esa idea, la de ser padre. Aunque solo sea por unos fugaces instantes.
No sólo "Con esto no quiero decir, ni mucho menos, que todos las personas que tienen hijos estén equilibradas" sino que en mi opinión, los hijos, esos maravillosos enanos que aparecen de repente en tu vida y a los que tienes que satisfacer: primero, sin que tengan manual de uso y luego, cuando aprenden a manejar los sentimientos, convirtiéndose (convirtiéndonos) en los seres más egoístas del mundo... convierten a personas equilibradas (los padres) en personas totalmente desequilibradas, inmersos en la montaña rusa de las emociones, los sentimientos encontrados, la responsabilidad de educarlos... qué horror y su vida se convierte en un caos... y qué conste que me encantan los niños, que si no los he tenido ha sido por cobardía, pero que ahora muchos días, me alegro de no tenerlos y de poder seguir siendo yo misma y, al final, va a ser mejor no haberlos tenido porque para lo que les va a tocar heredar...
ResponderEliminarSer padre o madre es la experiencia más fascinante que un ser humano puede tener, SEGÚN MI OPINIÓN. NO CREO QUE SEAS MAYOR PARA PRIVARTE . SI ASÍ LO DESEAS.UN ABRAZO.
ResponderEliminarLos niños suelen ponernos en nuestro sitio, nos colocan justo en el lado de la realidad, no se andan con tonterías y quieren las cosas como son. A mí me parece que "esos locos bajitos" que decía Gila y después musicó Serrat, están de vuelta de muchas tonterías que tenemos los adultos.
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