John Wayne no está entre mis actores preferidos. Pero cuando pienso en él, recuerdo algunas de aquellas tardes de la infancia viendo las películas de sobremesa de los sábados con mi abuela paterna. Estábamos en el pueblo y hacía calor. Una suave brisa mecía las cortinas de aquel salón, y yo me distraía con aquellos movimientos. Las películas del oeste terminaban aburriéndome. Siempre pasa lo mismo, pensaba. El año de la muerte de John Wayne, tenía siete años. Todo estaba por descubrir.
Los descubrimientos, desde entonces hasta ahora, van surgiendo la mayoría de las veces de un modo imprevisto e inesperado. Unas cosas te llevan a otras, y así vamos sumando libros, películas, discos, exposiciones, obras de teatro, etcétera. Hace algún tiempo, leí 'Guía de extraviados', de Juan Gracia Armendáriz. Una novela corta y fascinante. La otra tarde, casi por casualidad, descubrí que el autor de aquella novela que tanto me había gustado iba a publicar un nuevo libro. Relatos, en esta ocasión. 'El año en que murió John Wayne'. Lo compré sin vacilar ni darle muchas vueltas al asunto. La novela me había gustado mucho, así que lancé de lleno al nuevo libro. Gran acierto. Relatos que te atrapan y, en ocasiones, te quedan clavados ('El año del búfalo', 'Cocodrilo' o el propio que da título al volumen, sin ir más lejos). Un libro espléndido, lleno de matices, retornos a la infancia y buena literatura. Aunque John Wayne no sea uno de tus actores preferidos.
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