Una actriz y un espejo. Una actriz que, más que mirarse en ese espejo, lo que desea es adentrarse en él y retroceder en el tiempo. De hecho, lo que más le gustaría es romper el dichoso espejo con una botella de J&B, tras beberse su contenido y fumarse media cajetilla de tabaco. Una actriz con problemas a la hora de enfrentarse a su nueva obra de teatro. A todos los cambios relacionados con la edad. Una actriz que interpreta a una actriz con todos esos problemas. Gena Rowlands, que hoy cumple 91 años, es esa actriz. Una interpretación magistral, llena de furia y contención, silencios y matices. 'Opening night', de John Cassavetes. Lo demás ya es historia.
Una extensa carrera. Los años con Cassavetes, los años posteriores a Cassavetes. La elegancia, la belleza, la sabiduría, la serenidad. Las películas para televisión. La primera historia que se rodaba donde se hablaba abiertamente sobre el sida y sus consecuencias (la enfermedad, el miedo, el rechazo de la sociedad). La joya que rodó con Woody Allen. Los quince gloriosos minutos con Jim Jarmusch. La dignidad de las abuelas de la última etapa. El Oscar Honorífico. Y, finalmente, el retiro.
Historia del cine, ya digo. Con mayúsculas.
Una imagen única para mitómanos: sus paseos por San Sebastián con Lauren Bacall cuando visitó el festival para presentar una retrospectiva de Cassavetes y Bacall hacía lo propio para recoger su Donostia (premio que, dicho sea de paso, también tendría que haber ido a parar a sus manos).
Otros tiempos.
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