Nadie puede librarse de los recuerdos. "Podemos ser inmunes al tifus, al tétanos, a la varicela, a la difteria, pero nunca a los recuerdos. Contra eso no hay vacuna". Eso lo dice Lilly Bere, la mujer de ochenta y nueve años que protagoniza la nueva novela de Sebastian Barry, "En el lado de Canaán", publicada por Alba Editorial. Una mujer que acaba de perder a su nieto -"Bill se ha ido": así comienza la narración, con estas cuatro palabras que agrupadas en la misma frase se vuelven tan brutales y atroces como un certero disparo- y recuerda. Con el corazón roto, sí, recuerda. Muchas imágenes se suceden a partir de ahí, "Bill se ha ido". Muchos viajes, muchas ilusiones, muchas frustraciones. Ochenta y nueve años. El recorrido es extenso e intenso. La historia va y viene en el tiempo. El hilo invisible que sostiene a las grandes novelas está ahí, uniendo todos los capítulos, todas las imágenes, todos los recuerdos. La muerte de Bill es el detonante, simplemente. El pistoletazo de salida. La puerta que abre la visión de un pasado, el suyo, el de Lilly Bere, y el de todos los que la rodearon. Una mujer de ochenta y nueve años que recuerda, y que quiere dejar de hacerlo, que ya no quiere seguir por estos lares, ya es suficiente, piensa: la muerte de Bill no ha hecho más que recordárselo. La muerte de Bill, el detonante. Un destino marcado por varias tragedias, por momentos de sosiego, por el amor. Y de nuevo, ay, por la desgracia. Una mujer de ochenta y nueve años. Una superviviente de miles de batallas. Una mujer que quiere que todo se termine ya cuanto antes. Ya es suficiente, sí. Ella piensa que ya lo es, que ya está bien. Pero antes recorre ese pasado con todos nosotros, los lectores. Cómplices absolutos de una historia impecablemente narrada. Con una prosa que nos conmueve, que nos emociona. Que nos hace ver todas y cada una de las imágenes que evoca traspasadas ya a una pantalla de cine. La mujer de ochenta y nueve años que recuerda, que no puede evitarlo. Su historia debería ser llevada al cine. Hay material suficiente para ello. Sólo se necesita un cineasta con la misma sensibilidad que el autor, Sebastian Barry. Con el mismo talento. Una persona que comprenda la historia de esta mujer, que se identifique plenamente con ella. Con sus problemas, con su destino. Con ese corazón roto desde que el ahora -"Bill ha muerto"- nos narra su vida. Un viaje de ochenta y nueve lúcidos y cansados años. Un viaje, el de la novela, memorable. De lo mejor que he leído en los últimos tiempos. "En el lado de Canaán", de Sebastian Barry. Conviene no dejarla en el olvido bajo ningún pretexto.
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