Un día cualquiera. Una tarde cualquiera. A primera hora. Con el cumpleaños de ambos cerca. Un cumpleaños en el que, por desgracia, no habrá demasiados regalos. Cosas de la crisis, de esta situación nuestra. ¿Qué mejor regalo podemos hacernos que ir al cine? Ir al cine ya se ha convertido en un lujo. Hay que pensar mucho lo que se va a ver por 20 euros, dinero con el que puedes comprar comida para media semana o qué sé yo. No es cuestión de salir de mal humor tras ver un rollo de película y tirar esos euros. No hace falta pensarlo mucho. Imaginamos que no será un dinero desperdiciado. "Blancanieves", de Pablo Berger. Su anterior película, "Torremolinos 73", estaba muy bien. Ahora, la apuesta es más arriesgada. Mucho más. ¡Una película muda! Para muchos de esos que critican el cine español (muchas veces, la mayoría, sin conocimiento de causa), ya tienen el argumento asegurado. Qué nos importan esas voces. La película ha tenido buenas críticas (aunque eso sea lo de menos, que nunca se sabe con los críticos) y los avances que ponen aquí y allá no pueden ser más extraordinarios. No hay duda: los 20 euros serán para "Blancanieves". Hora y media que pasa en un suspiro. Un cuento delicioso y cruel. Unas imágenes impactantes, ya desde el primer momento; unas actrices de premio (todas); una música que conmueve y encaja perfectamente con el hilo de la narración. No se necesitan palabras para contar según qué historias. Está comprobado. Con las miradas es más que suficiente. ¡Qué miradas las de todas estas mujeres! Ríes, lloras, te emocionas y, sobre todo, recuperas, por unos instantes (hora y media), la inocencia que se fue quedando por el camino. La parte en que Blancanieves es una niña te lleva directamente a ello, a recuperar a bocados la inocencia que se nos fue. La niña y el gallo (una historia cuya ternura remite a algunas de las mejores páginas del mismísimo Truman Capote). La niña y la abuela (¡qué maravillosamente está envejeciendo Ángela Molina!). La niña y el padre. Y el recuerdo de la madre, que ninguna madrastra (Maribel Verdú está más allá de todo elogio: impecable, sería la única palabra posible que se debería aplicar, y más bella que nunca, por cierto) podrá borrar. Y todo lo que viene después, ese desfile de rostros y músicas, de hazañas y sueños, de más peripecias y más miradas, imposible de olvidar. La belleza y la crueldad de la vida en toda su dimensión. Sin exageraciones. Tal cual. Y uno de los finales más hermosos que se recuerdan en mucho tiempo. Conmovedor punto y final para la historia.
Un día cualquiera. Una tarde cualquiera. A primera hora. Siempre hay un buen momento para recibir un extraordinario regalo. Para flotar con él. Para regresar a los tiempos en que la inocencia estaba ahí, muy cerca de nosotros. Un regalo, sí, para no olvidar. La magia del cine en estado puro. No, no sería mala idea emplear otros 20 euros y repetir.
Un día cualquiera. Una tarde cualquiera. A primera hora. Siempre hay un buen momento para recibir un extraordinario regalo. Para flotar con él. Para regresar a los tiempos en que la inocencia estaba ahí, muy cerca de nosotros. Un regalo, sí, para no olvidar. La magia del cine en estado puro. No, no sería mala idea emplear otros 20 euros y repetir.
¡Cine, cine, cine, cine, más cine por favor! decía el muy descastado y ácrata Aute hace ya demasiados años. Y uno abría los pulmones y respiraba concentrado el aire de las butacas. Ese mismo sabor espirituoso, esa misma esencia se respira en tu blog desde su propio nombre, tan Fernandiano. Y sospecho, que sospechar es de sabios y previene el olvido, que el cine es básico en tu vida... y en tu escritura. Por que escribir de cine y escribir de fábula (y sobre una fábula) es profesión en desuso, como ser hojalatero, afilador o político honrado. Y Esopo, Kalila o Dimna respiran aliviados. En tiempos de hablar en 140, escribir en largo y aplicado, es rendirles arrodillado homenaje. Aunque tienda a pensar que una película con la Verdú será ¡siempre! una película de la Verdú. Y ni la malvada madrastra (en esencia una drag divina) puede evitarlo.
ResponderEliminarNo sé como explicártelo Ovidio. Ahora mismo me encuentro bajo el encanto de "El extraño viaje". Esta reseña que haces de la película se incrusta, de forma natural, en ese mosaico que conforma tu obra, deslizándose suavemente, para conformar una unidad;un todo que engloba a la vez que particulariza esa "vida a través de la palabras". No me es posible "descontextualizar" este texto del libro.Pareciera que es un capítulo más que sigue definiendo,perfilando,enriqueciendo el sentido y la esencia del "extraño viaje". Es muy significativo comprobar que aquella coherencia se mantiene vívida y definitoria de tu estilo personal,que hay una evolución en tu escritura a la par que mantienes ese atractivo,esa diáfana claridad en todo lo que escribes.Es obvio que el "viaje" continua,pero es evidente que todo mejora también.Muchas gracias por estas palabras que tan bien maneja y que mejor te definen también a ti.
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