martes, 20 de mayo de 2025

Una foto de Navidad

Íñigo trajo ayer de casa de sus padres una de esas fotografías que nos hacíamos de pequeños en Galerías Preciados sentados sobre las piernas de un Rey Mago. Mi hermana y yo también tenemos las nuestras. Todos los niños de la época tenemos una (o varias). Un clásico. Creo que el negocio sigue en El Corte Inglés, aunque la Navidad para mí ya sea algo borroso donde sólo se acumulan recuerdos y largos paseos por una ciudad que no es la mía. Siendo una foto preciosa de un niño guapísimo (un poco asustado, eso sí) que se convirtió en un hombre igual de guapo, no era a esto a lo que iba. A lo que iba es al Rey Mago. Gaspar, deduzco. Un chico sobre los treinta, quizá menos, con ojos marrones y bonitos, ¿un poco achispados?, ¿oliendo a tabaco rubio?, con la barba postiza y toda la parafernalia del asunto. Pienso en ese chico. ¿Qué habrá sido de él? ¿Querría en esa época, finales de los 70, ser actor, poeta, mimo, maestro, ingeniero de minas, peluquero, tabernero? O simplemente quería sacarse un dinero extra para salir el fin de semana con una novia de la que ahora, si sigue vivo, posiblemente no sepa nada. Quizá estén muertos los dos. La droga empezaba a causar estragos, ya recordamos. Es otra posibilidad. También puede ser que con esa chica o con otra formasen una familia y ahora sea un hombre viejo y cansado. O sea un hombre más o menos feliz -viudo o aún casado- viviendo en un apartamento del sur con vistas al mar, leyendo las memorias de Nabokov por las mañanas y jugando al bingo por las tardes, escuchando Radio Clásica y tomándose después un gin-tonic de Beefeater poco cargado mientras cae la noche y algunos pescadores siguen faenando en sus barcas. Quién sabe.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario