(A mis amigas Loli, que sigue estando, y a su hija Silvia, por aquellas inolvidables sesiones de cine en casa)
A principios de los 90, los videoclubs eran lugares casi sagrados para los jóvenes cinéfilos (auténticos rastreadores, mucho antes de que internet llegase a nuestras vidas, que descubríamos hilando aquí y allá, a través de artículos, reseñas y menciones, a quienes terminarían haciéndose un hueco en nuestra formación) que no habíamos podido ver (por edad) determinadas películas en el cine. Clásicos del cine, entre otras muchas. Así descubrí a Peter Bogdanovich, que ayer nos dejó a los ochenta y dos años. 'Luna de papel', '¿Qué me pasa, doctor?' y, sobre todo, ese clásico absoluto que es 'La última película'. Una de esas películas en las que todo encaja de manera perfecta: la historia, los intérpretes, la dirección. El sinsentido de la juventud y el sinsentido de la vida en general, por mucho que nos empeñemos cada día en lo contrario. Su continuación, 'Texasville' (vista ya en los desaparecidos cines Clarín), aunque no alcanza el mismo nivel, resulta estimable. También me viene a la cabeza la conmovedora historia de 'Mask', con una espléndida actuación de Cher, premiada en el festival de Cannes. Y su enfado, horroroso vestido incluido utilizado en la gala, por no haber sido nominada a los Oscar de aquel año. No teníamos internet, pero teníamos la revista Fotogramas, que tanto contribuyó a nuestras ansias de conocimiento.
En fin, otro gran creador que nos deja. Queda su obra. Y el eco de aquellos fundamentales descubrimientos.
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