Me han propuesto colaborar en un nuevo libro colectivo cuyo tema no puede interesarme más. Llevo un rato en la cocina barruntando sobre el tema, y creo que ya tengo el hilo. Tengo el hilo, definitivamente.
(No hay nudo que no se deshaga en la cocina: lección aprendida de mi abuela, de 'Las chicas de oro' y de tantas escritoras a las que admiro con devoción).
Abro la ventana, hace calor y parece que va a salir el sol (toquemos madera). No vamos a pedir más. Sí, sí, ya sé: lo imposible, siendo realistas. Pero eso casi lo vamos a dejar para otro día.
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