Te fuiste hace un año, amiga. Los problemas y las prisas del día a día no impiden que te recuerde a menudo. Tus pasos en cada una de las calles de este barrio que era el tuyo y que ahora vuelve a ser el nuestro. Los tiempos han dejado las barras de los bares que sobreviven medio vacías. Ningún vacío, en esas barras, siendo honestos, como el que dejó tu ausencia. Así era tu presencia: apabullante. La manera de vestir, de encarar la vida, el sentido del humor... Ha pasado un año y sigo sin creerme del todo que tu ausencia es definitiva.
Voy a entrar en uno de esos bares que resisten, uno de tus favoritos, y voy a pedir una copa de vino tinto (Rioja, por supuesto), echar un vistazo a un lado y a otro de la barra, al libro que llevo en el bolso, y esperaré, como entonces, tu llegada (la sonrisa y las ganas de vivir, siempre de frente), aunque, como tantas otras cosas, sea una tarea imposible, mujer en el bar, amiga.
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