Dicen las redes sociales que Manolín, el gitano ha muerto. No sé si será verdad (lo será, seguramente), porque uno tiene la sensación de que Manolín poseía siete vidas, como los gatos de leyenda, los de las canciones de Antonio Flores o los de los dibujos animados de nuestra infancia (que ahora no sé si los dibujos animados tienen gatos o sólo muertas vivientes vestidas como Lady Gaga o cualquiera de sus imitadoras). Y parecía que aún le quedaba una o una y media. En todo caso, Manolín era una institución en Oviedo. Más que la imagen de La Regenta (tan fea y tan triste -y tan sola, ahí, la pobre, enfrente de La Catedral, con su sobrio vestido negro- comparada con la que muchos tenemos de ella, la imagen de Aitana Sánchez-Gijón, naturalmente, gracias a la serie de televisión y a su apabullante belleza) o La Gorda, de Botero, donde todos los turistas se apoyan para hacerse una foto, comerse en bocadillo de mortadela sin aceituna envuelto en papel de plata o arrimar su cansancio durante unos minutos, descalzando, llegado el caso, las sandalias o los playeros, que vaya calor que hace en el norte, ahora que todo, hasta el clima, está patas arriba y carece de demasiado sentido. Manolín era una institución, sí, pero de carne y hueso. Más de hueso que de carne, todo hay que decirlo, en los últimos tiempos. Los últimos tiempos que se remontan -me temo- a treinta años atrás. Con su pierna herida, con su pie cojeando, con una enfermedad u otra, con bastón o sin él, con todas las palizas que le habían dado, Manolín se te acercaba, te pedía algo -una moneda, un cigarro, un café, lo que fuera-, farfullaba alguna cosa (nunca era maleducado) y se iba. Pienso que se merece una estatua, quizá al lado de Woody Allen, por donde siempre pululaba, aunque era un personaje más de Berlanga y de Azcona que de Woody, las cosas como son. Un superviviente al que ahora, según dicen las redes sociales, se le han acabado las siete vidas de un solo golpe. Las siete vidas de los gatos de antes. Ni media, al parecer, le ha quedado.
La última vez que le vimos fue este verano, a finales. Estábamos tomando una cerveza al lado de casa y se nos acercó. Acababa de encender un cigarrillo y me pidió uno. Le di lo que quedaba de la cajetilla (casi la mitad) y sonrió y no sé qué dijo y, como vio que no sabía muy bien lo que había dicho, volvió a repetirlo. Pero ahora te quedas tú sin ninguno: eso fue lo que dijo. No importa, murmuré. Vale, vale. Y se marchó tan contento, arrastrando la pierna mala, el pie cojo, las palizas que llevaba encima y todas las demás cicatrices, las que saltaban a la vista y las otras, que seguramente eran bastante peores, como nos pasa a todos, aunque lo disimulemos. No parecía mal tipo, Manolín. Manolín, el gitano. Alguien que llevaba su vida y te dice, al entregarle casi la mitad de tu paquete de tabaco, que te has quedado tú sin ningún cigarrillo, no me parece un mal tipo. Pequeños detalles con más importancia de la que parece. Y ríete tú de las grandes señoras (lo de señoras es un decir) que van a misa todos los días y no rebajan ni cien euros a cualquiera que intenta buscarse la vida y alquilar uno de sus muchos bajos comerciales. Qué mundo. Qué asco de mundo, puntualizo.
Manolín, un Bukowski sin talento literario. Un personaje de Valle-Inclán, ahora que se está poniendo de moda el esperpento. O de aquella colmena que Cela evocó basándose en aquel Madrid de frío y hambre y miseria. Aquella posguerra que, a ratos, viene a nuestra memoria y lo hace con ganas de quedarse. Gente durmiendo en la calle, parados con ropa y pulseras de marca y sin prestación alguna ya extendiendo la mano y un cartel por un miserable bocadillo o una empanada del Alimerka, túneles que no albergan ningún rastro de luz al otro lado... Así están las cosas. No hace falta leer los periódicos ni escuchar la radio o ver la tele: con salir a pasear un buen rato es suficiente. Y en medio de todo esto, según las redes sociales, Manolín se muere. Descanse, si es así, en paz.
Enhorabuena.Me parece esplendido.
ResponderEliminarTambien tuve experiencias parecidas con Manolin..el mas claro ejemplo de cuando la vida derrota a alguien
Un saludo
A mi no me caía especialmente, pero no cabe duda primero que el relato es muy bueno y segundo que perdemos a un icono de Oviedo (como la Pixarra, Rufo,...) no sé si ellos buscaron nunca ser lo que fueron, pero lo fueron. Manolín tuvo una vida marcada por el origen, por el nacimiento,... hoy todos tenemos un recuerdo para él, verle empapado por la lluvia por la calle Milicias o sentado delante de lo que fue el cine Aramo... son escenas que ya no se van a repetir. Descanse en paz, en algún lugar seco y caliente, espero.
ResponderEliminarDemagogia barata, y palabrería. Eso sí, bonita y bien redactada. Nunca entenderé el amor que suscitan determinados personajes como Manolín. No le deseo ningún mal, dios me libre, pero de ahí a hacerle toda una elegía a este hombre... ¿Es un personaje así el que representa a toda una ciudad? Venga hombre, seamos sinceros, este Manolín era un maleducado capaz de echarte una maldición gitana por menos de nada, amén de ser una epidemia ambulante. Si alguien se siente representado por eso...
ResponderEliminarNo obstante, si es cierto que ha muerto, DEP.
Ayer estaba en la calle uria
ResponderEliminarNo se si sera cierto o no,pero en caso de ke si,merece descansar,personalmente tengo muchas anecdotas de el,pero lo ke nunca olvidare,es la educacion ke tenia,siempre un gracias,un "disculpe",un por favor,daba pena cuando estaba muy colocado,pero nunca miedo como nos podrian dar otros.Vi gente rara en el mundo...pero adictiva al ventolin como el....nunca,jejeje,y nada mas,tan solo decir,ke de su familia,el,era el mejor.
ResponderEliminarNo creo que de lo escrito se deduzca en ningún momento que Manolín representa a Oviedo sólo que es parte de la ciudad y referirte a este hombre que no ha sido nada favorecido en la vida con términos como "epidemia humana" dice mucho de tu catadura moral. Espero que no seas de Oviedo.
ResponderEliminarPor otra parte el escrito me ha gustado mucho, sólo una objeción respecto de las señoras que van a misa y no bajan ni 100 euros sus locales, la verdad es que no sé que tiene que ver y choca mucho con la belleza del texto. A lo mejor la buena señora no baja el local y luego reparte más dinero entre los necesitados que muchos otros...
Me parece que tú de comprensión lectora no andas muy bien....
ResponderEliminarA) Yo no he dicho "epidemia humana", he dicho "epidemia ambulante" porque me consta que este hombre padecía infinidad de enfermedades infecto-contagiosas. Pero eso es otro tema.
B) Si de todo ese texto no deduces que para el autor Manolín representa a Oviedo es para hacértelo mirar.
C) He dicho que no le deseo ningún mal a ese hombre, así que lo de "catadura moral" te lo puedes ahorrar.
D) Le he deseado un "DEP", así que nuevamente lo de "catadura moral" te lo puedes vovler a ahorrar.
Deduzco de tu comentario que nunca le has dado un céntimo a Manolín, y te atreves a juzgar a los demás. Te hago saber que veo a este hombre a diario y que soy de los que le da un cigarrillo y/o algo más... prácticamente a diario, así que ya ves, soy de Oviedo.
Tú mismo ya te retrataste en tu primer mensaje. Que pena que seas de Oviedo.
EliminarMe parece que está muy bonito escrito pero discrepo ampliamente en el contenido. Puede que esa frase de Manolin haya sido agradable y amable pero los "hija de puta" " o me das dinero o rajo a tu hija " y los " voy a llevar a tus hijos al cuarto oscuro" que yo oí de su boca no lo son. Me parece muy bien que se llore la pérdida ( que no es cierta) de Manolin, pero de ahí a llamarlo buena persona y " nunca maleducado" hay un cacho
ResponderEliminarQué pena que os enenredéis en discusiones....aprecio como siempre la sensibilidad del autor del artículo y su generosidad con el perdedor.
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