Pocos momentos en la historia del cine tan llenos de fascinación, fragilidad y belleza como el de Audrey cantando en la ventana. No importa el número de veces que lo hayas visto: la emoción sigue intacta. El mundo entero cabe en esa secuencia. Y a pesar de todo, incluso a pesar de la melancolía o del cansancio acumulado por tantas historias y decepciones, parece que cualquier sueño, cualquier meta, cualquier anhelo, será posible tras escuchar su voz y observar su rostro hermoso, delicado y un poco desvalido.
Ayer fue tu cumpleaños, Audrey.
Y yo me quedo contigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario