El frío, el frío. Todo el mundo hablando de lo mismo. En la calle, en las tiendas, en los cafés, en los ascensores, en las redes... Qué cansancio. Pienso en el frío y pienso en ese hombre que duerme en el Parque de Invierno, debajo de un árbol, tapado con plásticos y mantas viejas. O en los refugiados. En todas esas personas que tienen que huir de su tierra y en esas otras que duermen a la intemperie, sea cual sea su país. Eso sí es sentir frío, y por partida doble. Si estamos en invierno, ¿qué queremos? El frío es lo que corresponde. Te buscas una buena manta, te tomas un colacao bien caliente o tres vinos, y ya no hay frío que valga.
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