Llevo unos días sin ganas de hacer demasiadas cosas y, sin
embargo, no paro. A veces me gustan esas contradicciones. Ayudan a no pensar
mucho en lo negativo y a tirar hacia delante. Estoy seleccionando los textos
para mi próximo libro, dándole más vueltas a la nueva novela,
preparando algunas historias que me han encargado, el viaje a la Feria del
Libro de Madrid... Y leyendo. Me he leído dos novelas esta semana. La de
Sebastian Barry, "En el lado de Canaán", de la que hablaré aquí
próximamente. Y otra, "La invención del amor", reciente
Premio Alfaguara, de José Ovejero. En realidad, esta última la leí de un
tirón. No pude parar de leer hasta terminarla. Llegó a mis manos ayer, a última
hora de la mañana, y no conseguí cerrarla hasta llegar a la última
línea. Tengo que decir que no había leído ninguna novela suya (lo siento). Sólo
relatos (fabulosos, por cierto). Pese a recibir sus novelas cuando aún
trabajaba en la librería y pensar en leerlas en más de una ocasión, y de
escuchar a reputadas voces (Rosa Montero, por ejemplo) hablar maravillas de
ellas. La sobrecarga del mundo editorial es así de injusta. No importa.
Nunca es tarde. Hoy mismo pienso ir a la biblioteca a buscar otra novela
suya, pese al aluvión de cosas pendientes que tengo sobre la mesa. Estoy
deslumbrado por su escritura, por esta novela, "La invención del
amor". No conviene desvelar nada de su argumento. El azar, el
amor, la soledad, el hastío, los tiempos de crisis que nos están tocando
vivir... Ese cierto cansancio que a veces nos llega alrededor de los
cuarenta, esa edad en la que no eres joven ni viejo. En la que aún
quieres hacer cosas, pero la perspectiva de todo ha cambiado inevitablemente.
Todo eso está ahí, en la escritura de Ovejero. En unos personajes perfectamente
definidos, en una historia que te envuelve, que te atrapa, que no te deja
aparcar el libro ni para ir a la cocina a beber un vaso de agua, estirar las
piernas o tomarte un respiro. Tampoco quieres quedarte dormido:
quieres seguir leyendo, saber lo que pasa, lo que pasó. La historia de su
protagonista, la de Clara, la mujer que desencadena toda la historia. Bueno, la
mujer que está detrás de una llamada que desencadena toda la trama. Como
en algunas de las mejores novelas policíacas. Como algunas
de las mejores novelas, simplemente. "La invención del amor" no
es una novela policíaca, aunque podría serlo. No es estrictamente una novela de
amor, aunque también lo pueda ser (lo es, lo es). Es la historia de una vida
que no quiere resignarse, que se refugia en lo que hay al otro lado del espejo,
en lo que hay al otro lado la realidad pura y dura, en la imaginación. Y desde
ahí, desde ese refugio, consigue salvarse. La mentira sirve para recuperar la
verdad. La mentira transforma el viaje. A veces, sí, por insólito o increíble
que parezca, las mentiras sirven para eso, para recuperar la verdad. La única
verdad que, finalmente, importa, y que está en el título de esta espléndida
novela y que, a pesar de ser una palabra tan manoseada, todos acabamos pensando
en ella. Volveré a leerla.
Cada vez estoy más convencida: el amor está intacto, en su más pura esencia, en las pequeñas cosas. En pequeños detalles que nos hacen ayudan a ser mejores... Cada vez estoy más convencida de que al final de una escalera empinada, difícil, trabajosa, aguarda el amor con los abrazos abiertos.
ResponderEliminarMe gusta verte así de actívo, aunque digas que, en realidad, no tienes ganas de hacer nada. Con todo y con eso, se te ve lleno de ilusión y de proyectos: lleno de vida! Por que la vida sólo se acaba cuando dejamos de tenerlos, cuando no ponemos nuestro objetivo en el horizonte sino en la parte más cercana a nuestro vacío.
ResponderEliminarHola Ovidio. Soy escritor mexicano. Estoy esperando leer con ansia la novela de Ovejero. Yo me leí una de él hace algunos años, creo se titula "Los años de Miki" o algo así. Fabulosa. Me atrapó. Te mando un saludo y excelente reseña.
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