miércoles, 14 de noviembre de 2018

En silencio

Hay cosas feas ahí, al otro lado de este refugio, pero trato de no pensar demasiado en ellas a esta hora. Todo está en calma cuando el reloj marca las cuatro. Abro la ventana para que entre un poco de frío y lo que entra es un poco de sol y el sonido que produce el revoloteo de unos cuantos pájaros inquietos. Sólo se escucha ese sonido. Si lo intentara quizá podría tocar ese pedazo de cielo despejado que se cuela entre los tejados de los edificios de enfrente. Casi lo toco cuando abro la ventana, deslizando el dedo por el cristal. No pongo música, como otras veces, porque la música me haría pensar, y tampoco quiero pensar. Quiero estar así, en silencio, sin pensar en nada, a resguardo de la inquietud y de lo feo que está ahí, al otro lado, y que por unos momentos queda difuminado, borroso, del mismo modo que si alguien hubiese escrito una palabra con una tiza en una pizarra y luego la borrase con los dedos. 

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