sábado, 27 de septiembre de 2025

Maspalomas

Llevo varios días intrigado leyendo algunos comentarios sobre los primeros minutos de la película 'Maspalomas'. Que si radicales, sexo explícito, y en este plan. Ayer fui a ver la película. Obviamente, interesado por la historia que cuenta: un hombre homosexual de 75 años que, tras veinte años fuera del armario, tiene que regresar a él después de sufrir un ictus. Tema peliagudo. Si ya es complicado ingresar en un espacio desconocido y compartir intimidad con unos compañeros a los que no conoces de nada, la cosa se agrava al tener que hablar claro sobre tus verdaderos sentimientos. Los primeros minutos "radicales" se refieren a dos hombres desnudos y a otros manteniendo sexo, muy lejos del porno y del sexo explícito, que nadie se asuste. Todo tratado con delicadeza, pero con determinación: sirven esas escenas para mostrar la libertad con la que vive el personaje su sexualidad antes de caer enfermo. Lo que viene después es lo que importa: cómo el miedo se apodera de este hombre de 75 años. Algo, y más ante los tiempos que estamos viviendo, perfectamente comprensible. La evolución del personaje, genialmente interpretado por José Ramón Soroiz (espero que se lleve el premio de San Sebastián y todos los de este año), es lo que cuenta. Cómo se bloquea (el miedo siempre es paralizante, ninguna novedad), cómo evoluciona, cómo reacciona. Ahí está el meollo de esta historia que José María Goenaga y Aitor Arregi han tenido el acierto de contar. ¿Qué hacer ante esa tesitura? Seguro que muchas personas han pasado por situaciones similares o se lo están preguntando ahora mismo. La película es realista, sincera, no esconde ningún as bajo la manga. El problema sigue estando ahí. Para hombres, para mujeres, para la sociedad entera. La película te enfrenta a todo ello: sin tapujos. (Pequeño spoiler, quizá). Tengas la sexualidad que tengas, este espejo te refleja y te terminará obligando a posicionarte en uno de los bandos: al lado de los que llaman "mariposón" a uno de los cuidadores o al otro lado. La vida misma. Ayer, hoy, mañana y pasado mañana. Tiene, para redondear y con la ayuda de Franco Battiato, uno de los finales más hermosos que recuerdo haber visto últimamente. 

viernes, 26 de septiembre de 2025

Desayuna conmigo

El amor, el desamor, la creatividad, la falta de dinero para cumplir los sueños, los bloqueos, las crisis existenciales, el vacío, el abismo, la supervivencia... Y un viejo que fugazmente añora el amor que nunca tuvo de su madre. Cuatro vidas cruzadas. Cuatro personajes. Cuatro grandes intérpretes (Marina Salas, Álvaro Cervantes, Iván Massagué y Anna Alarcón), dirigidos por Iván Morales en la adaptación de su obra de teatro. 

Veinte años, dice el personaje de Massagué, dan para muchas vidas. 
Esmorza amb mi. Desayuna conmigo. 
En Filmin. 

domingo, 14 de septiembre de 2025

Buscando veranos y árboles

Me cuentan varias amigas de diferentes edades que hablan con sus madres muchos años después de su muerte. Me parece bien que cada uno alivie su dolor como pueda, pero a mí eso no me da ningún resultado. No se trata de una conversación, evidentemente, sino de un monólogo, y lo que funciona como recurso teatral no lo hace en la vida real, por mucho que me guste Lola Herrera representando 'Cinco horas con Mario'. No me funciona a mí, insisto. Prefiero el silencio, ya sea caminando o en la soledad de mi estudio cuando cualquier tarea me cansa. Es así, en silencio, cuando contemplo fotografías del pasado y recuerdo aquellos momentos. Como tengo buena memoria (algo que no siempre resulta positivo), hay muchos detalles que siguen presentes. El mundo exterior se queda al margen. Lo único que me interesa en esos momentos son esos detalles que me hacen sonreír o llorar, que me reconfortan o me alteran. "Buscar en la memoria veranos y árboles", como escribe Olvido García Valdés en un poema. Sentir, en todo caso, que sigo vivo, pese al dolor. Que sigo aquí: escribiendo, disfrutando de ciertos placeres, planteándome muchas cuestiones y quitándole importancia a casi todo. Porque son muy pocas cosas ya, a estas alturas, las que tienen importancia. La verdad por delante y, como la escritura, mejor desnud