Podría pedir muchas cosas, pero sé que la única que deseo con todas mis fuerzas no me va a ser concedida ni en el más desmedido de los propósitos. La realidad siempre se impone, nos pongamos como nos pongamos, eso que vamos aprendiendo. Así que no me molesto y no pido nada. Que la vida -si puede, si sabe- me sorprenda. Hay que aprender a relativizarlo todo y dejar el mundo correr: todo eso que vas aprendiendo con los años. Tengo salud (con sus pequeñas y llevaderas historias), amor y ganas de seguir escribiendo (y gentes que desean leer eso que estoy escribiendo: no es poca cosa). Toco madera. Días duros para nuestras familias. Las sillas vacías. Pero habrá que hacer todo lo posible por seguir adelante. Y pienso hacerlo, lejos o cerca. Seguir adelante con dignidad y serenidad, también eso os deseo a quienes pasáis habitualmente por este muro. Queda, como siempre, la música.
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