La madre de Lucky, que así se llama el gato de mi hermana, tuvo ocho cachorros. La dueña de la gata se quedó con cuatro. Las sobrinas de mi cuñado descubrieron a los otros cuatro. Lucky era el más sociable y cariñoso. Ayer llegó del pueblo. No quiere estar más que en el cuello, de mano en mano va, como un juguete, y en todas las manos encuentra acomodo. No protesta por nada. Ya tiene controlada la casa: la comida y el baño. Le encanta sentarse encima del ordenador. Hoy, después del veterinario, vendrá a conocer a Francesca. No sé yo si Francesca querrá compartir trono y mimos aunque sea por una tarde. Es muy buena pero muy suya. Una absoluta diva felina. Veremos qué pasa.
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