sábado, 1 de noviembre de 2025

Segunda edición de Frances Farmer no murió en Seattle

Gracias a quienes por aquí lo estáis haciendo posible, gracias a las personas que no están en redes y también lo están haciendo posible. Gracias por todos los comentarios. Va por todas esas mujeres que están en el libro. Va por Leonard Cohen, por Javier Marías, por Romy Schneider, por Ellen Burstyn y, naturalmente, por Frances Farmer (todos están en el libro). Va por la madre de Íñigo y por mi madre, allá donde estén.

Muchas gracias.

jueves, 30 de octubre de 2025

Opinión sobre Frances Farmer no murió en Seattle

"Me viene a la memoria lo que dijo W.S. Maugham, novelista y gran escritor de cuentos: que "leer buenos libros es construirnos un refugio moral que nos protege de casi todas las miserias de la vida". Esta citación de Maugham nos puede servir para leer este bello libro de historias "Frances Farmer no murió en Seattle".

Sus relatos son una caja de músicas en donde las partituras son las diferentes tonalidades del universo de la mujer o mejor dicho de la feminidad. Un universo de 24 historias de emociones y sentimientos en las que vive y mejor dicho existe el corazón de la mujer. Diría poéticamente el corazón de unas mujeres que son un profundo mar de secretos, vivencias y pensamientos. Ovidio con este libro quiere reflejar una visión poética de la feminidad como un universo interior vasto y lleno de matices que nos dan a conocer la poderosa metáfora de la complejidad, el misterio y la riqueza emocional en la que vive la mujer.
Leer este libro me supuso recordar en muchas de sus puntos y comas, reconocerme como mujer. El acierto del autor es su delicada sensibilidad y sencillez para hablar del mundo femenino.
Al terminarlo siento las palabras que mi madre Carmina no dijo, los sentimientos que conseguí adivinar con el paso del tiempo. El dolor de mis mujeres queridas que sufren enfermedades y duelos, el silencio que invade mi cabeza...
Como nos dejó escrito Susan Sontong y lo suscribo para aquellas/os que se atrevan a leer este libro bello de Ovidio Parades:"No merece la pena leer un libro una vez si no merece la pena leerlo muchas veces."

Por María José Menéndez.

domingo, 26 de octubre de 2025

Anne Tyler

Anne Tyler nunca defrauda. Unos libros me gustan más que otros, como es natural, y como pasa con todos los escritores a los que sigues habitualmente. Esa delicadeza y minuciosidad narrando lo cotidiano me interesa mucho. Creo que 'Tres días de junio', aunque todavía no la he terminado, ya es una de mis favoritas. No logro entender que esta escritora no tenga más reconocimiento, más premios. En fin. Lo complicado de los entresijos literarios, que ya aburre a las piedras.

sábado, 25 de octubre de 2025

Opinión sobre mi último libro

Meli Suárez Pidal, gran lectora, es una de las primeras personas en comprar mis libros y reseñarlos. Algo que, como entenderéis, aparte de la ilusión lógica, agradezco enormemente. Esto es lo que ha escrito sobre 'Frances Farmer no murió en Seattle': 


"Terminé ahora este libro de relatos que bien podía ser una novela coral de 24 mujeres, que sufren, aman, recuerdan, y que, gracias a Ovidio, no caerán en el olvido.
Como en todos sus libros se nota su sello personal, su estilo. Se le reconoce por la empatía con las mujeres, por su forma de reflexionar sobre la memoria, la existencia, la pérdida, la identidad.
Es un libro muy cinematográfico, ahí está su gusto por el cine, por la música, el teatro, todas esas cosas que llenan nuestros vacíos. Ovidio tiene esa maravillosa forma de relatar lo cotidiano, con una sensibilidad llena de símbolos, viajes, miradas, copas y cigarrillos. Todo lo necesario para escapar de la oscuridad, como quería Frances Farmer, como quería Esther, como quería Rosa..., huir de las incertidumbres, del miedo, del desamparo. El mundo necesita muchas Margaritas para ayudar a no sentirnos tan vulnerables.
Gracias, Ovidio, por ese modo de mirar tan especial".

viernes, 24 de octubre de 2025

24 de octubre. Día de las bibliotecas

La biblioteca como una manera de aislarse del resto del mundo. Ir a cualquier ciudad y buscar la biblioteca pública, encontrar en ella uno de los modos con los que definir a esa ciudad. Hacerte una foto delante de esa biblioteca que es idéntica a todas las demás y a la vez tan diferente. No hay dos bibliotecas iguales como no hay dos tardes iguales dentro de la misma biblioteca. Levantar la cabeza de tu libro o de tu cuaderno y hallar las cabezas de esos dos jóvenes que comparten apuntes y los primeros enamoramientos. Levantar la cabeza del libro o del cuaderno, muchos años después, y descubrir que esos jóvenes, como tú mismo, peinan canas y luchan contra la desilusión de estos tiempos concentrados en sus libros o en sus apuntes. Escribir muchas de tus historias ahí, en la biblioteca de tu ciudad. Respirar ese olor a libros acumulados. Sentir las piernas cansadas y el alma inquieta. Pasar la mañana o la tarde en una biblioteca: escribiendo, leyendo, estudiando, buscando inspiración o encontrando hallazgos inesperados. La biblioteca, sí, como un refugio, como una guarida. Esa forma de evadirse de los problemas, de los sinsabores. De ver, detrás del cristal, aferrado a tu libro o a tu cuaderno, cómo la vida va pasando alrededor, cuando ya sólo cuentan las cosas importantes. El día de las bibliotecas, que en realidad, para algunos, son todos los días.

domingo, 19 de octubre de 2025

Treinta años

Treinta años. Han pasado treinta años. Mi hermana y yo estábamos en mi habitación escuchando los Oscar por la Cadena Ser. La pantalla de la tele aparecía con múltiples rayas. O sea, no se veía nada. Nada de nada. La televisión pública, a tomar vientos. Quién sabe las razones. Nosotros, mi hermana y yo, éramos los perjudicados. Sobre todo, yo, que siempre fui el más cinéfilo, fanático o como queráis llamarlo. Jessica Lange, diosa máxima entonces y ahora, rayas y más rayas, ganaba el premio a la mejor actriz por 'Blue Sky', película que vería semanas más tarde en los cines Hollywood de Gijón con mi amigo Chus, sesión nocturna. ¿Dónde están los cines Hollywood? Desaparecidos. ¿Dónde está mi amigo Chus? Quién sabe. ¿Dónde está Jessica Lange? Cumpliendo los mismos años que hubiese cumplido mi madre este año, cosecha del 49, como suele decirse. Setenta y seis años. También como Sigourney Weaver. Todo ese recorrido. Chus, Jessica, Sigourney, mamá. Esta noche, quién sabe las razones (las sé, qué demonios), las recuerdo. Chus, Jessica, Sigourney, mamá. Las rayas de aquella tele. El premio en las manos de la gran actriz. Lo que aprendí de mi amigo. Lo que añoro a mi madre. Todo aquel tiempo. Todo este tiempo. Treinta años. Se dice pronto. Se dice.

domingo, 12 de octubre de 2025

Adiós, Keaton

Annie Hall es un personaje icónico, inolvidable. Todo el mundo está de acuerdo. A ello contribuyeron el talento de Woody Allen y el de Diane Keaton. Talentos que continuaron intactos, aunque los personajes de Keaton no alcanzaran ese elevado nivel icónico, en 'Interiores' y 'Misterioso asesinato en Manhattan', dos cumbres, cada una en su estilo, del cine de Allen. Estuvo muy bien con Coppola y con Beatty, en 'La habitación de Marvin' y en esas comedias donde Keaton transmitía esa complicidad que la hacía única. Gran cómica, gran payasa, que se reía de todo, incluida ella misma. Pero para mí, incluso por encima del personaje de Annie Hall y todo su lado icónico, el mejor papel de su carrera fue el de Theresa Dunn en 'Buscando al Sr. Goodbar', de Richard Brooks. Aquella mujer desvalida pero con una fuerza descomunal que se enfrentaba a su propia existencia como mejor podía, como mejor sabía. Theresa de día y Theresa de noche, por resumir fácilmente. Theresa, de día o de noche, perdida en una sociedad salvaje, cruel, despiadada, brutal, asfixiante. Aunque la película es de 1977, la sociedad (hoy más que nunca, me temo) continúa acompañada de los mismos adjetivos. Theresa, de día o de noche, agarrándose como podía a la vida que le había tocado en suerte. Ahí está, para mí, la inmensa Keaton. La Keaton, incluso sin Oscar ni nominación (lo ganó por 'Annie Hall'), que pasará a la historia por su impecable y arriesgada interpretación. La Keaton, de noche, sentada a la barra de aquellos tugurios. Impagable. 

Eso sí: nadie conseguirá lucir un sombrero como Annie. Ni una sonrisa tan sincera como la de la Keaton. En eso, creo, volvemos a estar de acuerdo. 

jueves, 2 de octubre de 2025

Maribel Verdú cumple 55 años

A Maribel Verdú los años le han otorgado belleza a la belleza. Una serenidad. Un poso. Un toque de distinción. Y todo eso, como es natural, también se ha sumado a su manera de interpretar.  Sin palabras, con una mirada, la Verdú te clava la escena. Transmite todo lo que uno se imagina que está en el papel y también lo que no está. Frío, seducción, amor, odio, hartazgo, vulnerabilidad, desamparo. Lo que sea. Ahí está su mirada. Y, a través de ella, nuestra emoción. Eso que les pasa a las grandes actrices. A las grandes de verdad. La MacLaine, la Maura, la Espert, la Huppert... Y como ellas, aunque pueda tener películas mejores o peores, siempre está perfecta. Drama, comedia, tragicomedia, misterio... La Verdú domina todos los registros. Verla en teatro, a escasos metros de ti, supone uno de los grandes placeres de la vida. Ese torrente de emociones. De la risa a los ojos nebulosos. Ese tránsito complicado que la Verdú domina a la perfección. Maribel cumple hoy 55 años. Los que rondamos esa edad, año arriba o abajo, hemos ido creciendo con ella. Sin perdernos ni uno solo de sus trabajos. Llegados a este punto, solo cabe pedir que sigamos así, admirándola, sintiéndola cerca, deseándole lo mejor en este día y en los días que vendrán. Felicidades, Maribel. 

sábado, 27 de septiembre de 2025

Maspalomas

Llevo varios días intrigado leyendo algunos comentarios sobre los primeros minutos de la película 'Maspalomas'. Que si radicales, sexo explícito, y en este plan. Ayer fui a ver la película. Obviamente, interesado por la historia que cuenta: un hombre homosexual de 75 años que, tras veinte años fuera del armario, tiene que regresar a él después de sufrir un ictus. Tema peliagudo. Si ya es complicado ingresar en un espacio desconocido y compartir intimidad con unos compañeros a los que no conoces de nada, la cosa se agrava al tener que hablar claro sobre tus verdaderos sentimientos. Los primeros minutos "radicales" se refieren a dos hombres desnudos y a otros manteniendo sexo, muy lejos del porno y del sexo explícito, que nadie se asuste. Todo tratado con delicadeza, pero con determinación: sirven esas escenas para mostrar la libertad con la que vive el personaje su sexualidad antes de caer enfermo. Lo que viene después es lo que importa: cómo el miedo se apodera de este hombre de 75 años. Algo, y más ante los tiempos que estamos viviendo, perfectamente comprensible. La evolución del personaje, genialmente interpretado por José Ramón Soroiz (espero que se lleve el premio de San Sebastián y todos los de este año), es lo que cuenta. Cómo se bloquea (el miedo siempre es paralizante, ninguna novedad), cómo evoluciona, cómo reacciona. Ahí está el meollo de esta historia que José María Goenaga y Aitor Arregi han tenido el acierto de contar. ¿Qué hacer ante esa tesitura? Seguro que muchas personas han pasado por situaciones similares o se lo están preguntando ahora mismo. La película es realista, sincera, no esconde ningún as bajo la manga. El problema sigue estando ahí. Para hombres, para mujeres, para la sociedad entera. La película te enfrenta a todo ello: sin tapujos. (Pequeño spoiler, quizá). Tengas la sexualidad que tengas, este espejo te refleja y te terminará obligando a posicionarte en uno de los bandos: al lado de los que llaman "mariposón" a uno de los cuidadores o al otro lado. La vida misma. Ayer, hoy, mañana y pasado mañana. Tiene, para redondear y con la ayuda de Franco Battiato, uno de los finales más hermosos que recuerdo haber visto últimamente. 

viernes, 26 de septiembre de 2025

Desayuna conmigo

El amor, el desamor, la creatividad, la falta de dinero para cumplir los sueños, los bloqueos, las crisis existenciales, el vacío, el abismo, la supervivencia... Y un viejo que fugazmente añora el amor que nunca tuvo de su madre. Cuatro vidas cruzadas. Cuatro personajes. Cuatro grandes intérpretes (Marina Salas, Álvaro Cervantes, Iván Massagué y Anna Alarcón), dirigidos por Iván Morales en la adaptación de su obra de teatro. 

Veinte años, dice el personaje de Massagué, dan para muchas vidas. 
Esmorza amb mi. Desayuna conmigo. 
En Filmin. 

domingo, 14 de septiembre de 2025

Buscando veranos y árboles

Me cuentan varias amigas de diferentes edades que hablan con sus madres muchos años después de su muerte. Me parece bien que cada uno alivie su dolor como pueda, pero a mí eso no me da ningún resultado. No se trata de una conversación, evidentemente, sino de un monólogo, y lo que funciona como recurso teatral no lo hace en la vida real, por mucho que me guste Lola Herrera representando 'Cinco horas con Mario'. No me funciona a mí, insisto. Prefiero el silencio, ya sea caminando o en la soledad de mi estudio cuando cualquier tarea me cansa. Es así, en silencio, cuando contemplo fotografías del pasado y recuerdo aquellos momentos. Como tengo buena memoria (algo que no siempre resulta positivo), hay muchos detalles que siguen presentes. El mundo exterior se queda al margen. Lo único que me interesa en esos momentos son esos detalles que me hacen sonreír o llorar, que me reconfortan o me alteran. "Buscar en la memoria veranos y árboles", como escribe Olvido García Valdés en un poema. Sentir, en todo caso, que sigo vivo, pese al dolor. Que sigo aquí: escribiendo, disfrutando de ciertos placeres, planteándome muchas cuestiones y quitándole importancia a casi todo. Porque son muy pocas cosas ya, a estas alturas, las que tienen importancia. La verdad por delante y, como la escritura, mejor desnud

domingo, 31 de agosto de 2025

Septiembre, 2025

Aunque mis huesos y yo odiamos el frío, me alegra que se termine agosto. Ha sido un mes interminable. La playa está muy bien, pero cuando tienes una casa cerca. Ya no me seduce nada la idea de coger el coche, recorrer cuarenta kilómetros y comer un bocadillo entre la arena y los niños chillones de las toallas cercanas. La playa, grande o recóndita. Lo demás ya no es para mí. En realidad, ese plan nunca lo fue. Pero los años consiguen que odies lo que antes simplemente era una molestia. Queda el verano en la ciudad, que tampoco está mal, a pesar de que no hay ni un miserable estreno de cine aceptable. (No, a diferencia de Kathleen Turner, no voy a ir a ver esa nueva y edulcorada versión de 'La guerra de los Rose' por mucho que me gusten sus intérpretes: ya caerá, si acaso, en una plataforma un domingo de aburrimiento). El problema es que, si quieres terracear al sol, necesitas bastante dinero desde que, en la mayor parte de los sitios, te ponen un chupito de vino por tres euros. Muchos bulevares, poco vino. Y si protestas (alguna vez lo he hecho), te responden de malos modos. Lugar tachado. Ellos sabrán.

Llega septiembre, que es como si llegase el nuevo año. No hay mucho que contar. Espero que los libros y las películas continúen aliviando la ausencia de mi madre. A su memoria, por cierto, está dedicado mi nuevo libro de relatos (serán ya 13 los libros que llevo publicados, qué vértigo), aunque las mujeres protagonistas poco tengan que ver con ella, que saldrá este otoño. Y en ella, en mi madre, pensé a la hora de escribir ese poema que me han pedido para un libro que también llegará próximamente a las librerías. Eso es lo más destacable que puedo decir. Bien mirado, no es poca cosa.  

miércoles, 27 de agosto de 2025

Adiós, Eusebio Poncela

Nos acaba de dejar Eusebio Poncela. Morboso, atractivo y gran actor. Me enamoré de él a los quince años, como no podía ser de otra manera y como uno de enamora de los personajes literarios y cinematográficos, viendo 'La ley del deseo'. Y ya no dejé de seguir sus pasos. Me parecía que tenía una manera muy especial de actuar. Única. Eso que les ocurre a los actores más destacados, más importantes. Se hacía todavía más grande si a su lado estaban Carmen Maura, Charo López o Cecilia Roth. Precisamente ahí, en 'La ley del deseo', 'Los gozos y las sombras', 'Arrebato' y 'Martin H' están algunos de sus grandes trabajos. De cerca -lo vi varias veces en teatro- aquel atractivo aumentaba. Se va sin Goya y sin Donostia. Qué día tan triste para el cine español. Para aquel adolescente que fui (mis quince años) y que veía por primera vez a dos hombres teniendo sexo, mientras algunas personas abandonaban aireadas la sala de cine. Pero esa historia ya le he contado otras veces. Adiós, Pablo Quintero. Adiós, Eusebio Poncela. 

miércoles, 20 de agosto de 2025

La estela del milano negro

Un hombre desaparecido. Un detective que se hace pasar por cura. Una mujer con mucho carácter: la madre del desaparecido. Un pueblo en la España vacía. Y una importante galería de secundarios, con especial atención a una de las voces narradoras, Olivia. Elena Casero parte con estas premisas en su última novela, 'La estela del milano negro', de muy cuidada edición. Novela negra, sí, pero, como toda buena novela negra, también psicológica y social (los problemas de hoy en día se cuelan sutilmente entre sus páginas). Tiene buen ritmo (a veces cuesta dejar su lectura para ocuparse de otros quehaceres), pero eso, el ritmo, no es lo fundamental en este caso, sino deleitarnos en lo que nos cuenta y en cómo lo cuenta, alternando personajes y descripciones detalladas con el pulso de la excelente escritora que Casero es. Como ya demostró ampliamente en su anterior y magnífico trabajo, 'Las dos Adelaidas' (buscadla también si no la habéis leído), de temática muy diferente a la que hoy nos ocupa. 

Ese pueblo en la España vacía, con sus tertulias en la gasolinera y los susurros ahogados entre visillos, como supo señalar Carmen Martín Gaite en las ciudades de provincias, es una especie de personaje más. Intuyo, y está bien así, que ha sido una decisión premeditada de la autora. Dar a conocer ciertas realidades que a veces se nos puedan escapar. Y sigue la búsqueda del hombre desaparecido, los entresijos de unos y otras, empiezan a delatarse algunas máscaras, el ritmo antes mencionado y las aventuras. El vuelo de los pájaros. La buena literatura, no importa el género. 

martes, 19 de agosto de 2025

Leer a Lorca

Leer a Lorca. Leer a Lorca por placer, por amor, por dolor, por desamparo, por extravío. Leer a Lorca para saber lo que es un genio, para rastrear inspiración, para buscar cobijo. Leer a Lorca en aquella lejana mañana y en la mañana de mañana. Leer a Lorca hoy, precisamente hoy, sintiendo el rumor de esta lluvia tan necesaria. Leer a Lorca, todo este tiempo, como si el tiempo, curiosamente, no significase apenas nada. Tiempo, sólo eso. Leer a Lorca, lejos de todo. Aquí, a solas. Ahora.

domingo, 17 de agosto de 2025

La noche siempre llega

Jennifer Jason Leigh es uno de esos casos de grandes actrices desaprovechadas. No hay explicaciones. O sí las hay: malas decisiones, agentes equivocados, o vete tú a saber. El caso es aparece y desaparece, hace tiempo que no tiene ni una gran película ni un gran papel. Al ver que actuaba en esta película, me puse a verla. (Vanessa Kirby también es un aliciente). Está entretenida, sin ser gran cosa. Tipo telefilme o capítulo alargado de una serie del montón. Y Jennifer apenas sale diez minutos en casi dos horas de metraje. En fin. En Netflix. 

sábado, 16 de agosto de 2025

Madonna cumple 67 años

Madonna, guste más o menos o no guste nada, es una diosa. Su trayectoria y sus posicionamientos, la avalan. Ayudó, desde el principio, cuando todo era muy diferente a estos tiempos que corren, a normalizar la homosexualidad con sus canciones y su comportamiento. También ayudó a las mujeres, aunque algunas no quieran ver que detrás de la aparente frivolidad siempre hay un mensaje, que viene a ser que cada uno haga con su vida lo que le dé la real gana. No (antes de que lo diga nadie), a mí tampoco me gusta su rostro actual (me parecía que estaba bellísima en Madame X, ese disco incomprendido antes del cambio facial), ¿y qué? Cada cual es libre de hacer lo que le venga en gana. Otra gente se destroza el rostro y domina el mundo, ¿hay que dar ejemplos? Madonna, con esa voz que llega a todas partes, intenta mejorarlo. Y eso, a mi juicio, te guste más o menos su música o su personalidad, es lo que cuenta. Nadie parece recordar que, en ciudades de provincias, por admirar a mujeres como ella, años 80 y 90, podían tirarte piedras. Y te las tiraban, sin miramientos. Puta, maricón, degenerados, y todas esas lindezas. Como a ella misma. Mujeres y hombres tan feos de cara como de espíritu. Ella alzaba, a su modo, la voz. Continúa alzándola. A grito pelado. Con las letras de sus canciones. Con su comportamiento, con su actitud (otra gente privilegiada no lo hace). Y a eso nos agarrábamos quienes sufríamos las piedras de los/as fascistas de turno. Creo que hoy, que esta mujer cumple 67 años, merece la pena recordarlo. Dados los tiempos que corren, no me parece poca cosa. Madonna, te guste o no, pasará a la historia. Quienes apedreaban (y apedrean) sus mensajes, aun en estos tiempos, sólo se definen a sí mismos. Larga vida a quien lucha y hace, como ella misma, lo que le viene en gana. 

miércoles, 13 de agosto de 2025

El verano es un fantasma

Las noches son cortas (cada vez menos), sentimos calor, bebemos cerveza helada, comemos ensaladas (engañamos a la lechuga con diferentes ingredientes porque nos cansa más que subir 50 escalones), nos abanicamos, llevamos pantalones cortos, el sudor corre por nuestras frentes y en la radio y los periódicos sólo hay espacios estúpidos, los cines sólo programan basura, pero el verano no existe. El verano es otra fantasía. El verano es un fantasma que se quedó atrás. Muy atrás. En aquellos días luminosos donde todo podía ser posible. El sol de la infancia y todo eso. Allá en el sur y aquí en el norte. Cielos despejados, cielos nocturnos que ofrecían calma y estrellas. Cuéntalas. Las cuento y ya me pierdo. Vuelvo a empezar. Sol. Arena. Crema protectora. Cines al aire libre. Sandía en grandes rodajas y arroces de toda clase. Melocotones que parecían sacados de un decorado (nadie ha comido un melocotón como Ángela Molina en 'Lola', de Bigas Luna). Las manos de mamá, las reprimendas de papá por alejarnos de la orilla, los helados de vainilla, los granizados, el café con hielo, las primeras lecturas, el primer deseo, los cuerpos desnudos... Fotos, muchas fotos. ¿Dónde se quedó todo eso? Sólo en la memoria para afrontar estos veranos insoportables de asfalto y calles desiertas. Todo a cien. Todo SE VENDE. Todo SE ALQUILA. Todo cerrado. No atendemos la terraza. Ya tenemos lotería de Navidad. ¿Y si cae aquí? Voy a comprar un libro. Cielos encapotados, bochorno y amenaza de lluvia. Y aun así... Aun así, ya ves, estamos vivos. O eso parece.

lunes, 4 de agosto de 2025

Drowning dry (Cuando todo se hunde)

El antes y el después de una tragedia que, como tantas otras, llega de manera inesperada. El director lituano Laurynas Bareiša va intercalando pasado y presente de manera sutil, poética y muy convincente. Las secuencias de la vida anterior, repletas de significativos silencios, son un tanto desasosegantes, pese a lo idílico del paisaje y la apacible convivencia, porque se intuye que algo muy serio va a suceder en cualquier momento. Y sucede. El antes y el después que conforman un puzle al que el director pondrá punto final con una mesa donde se evidencia, en cruel y feroz metáfora, la podredumbre que esconde una tragedia de demoledoras consecuencias para los protagonistas (magníficos todos, en especial las dos hermanas, Gelminé Glemzaité y Agné Kaktaité). Como si alguien destrozase de repente y a cañonazos el reconfortante canto de los pájaros en una soleada mañana de verano. La vida, esplendor y decadencia, crueldad y dolor, en toda su esencia. Sin piedad. Sin miramientos. Muy recomendable. En Filmin.

jueves, 31 de julio de 2025

Sara Montiel

Lo que más me ha gustado del estupendo documental que Valeria Vegas ha hecho sobre Sara Montiel, 'Súper Sara', son esas imágenes en su casa de Palma, grabadas por Pepe Tous, cuando la actriz rondaba los cincuenta años. El atrevimiento de mirar, que diría Antonio Muñoz Molina. El propio Pepe en bañador, siempre sonriente. Los niños, jugando y descubriéndolo todo (Thais, la mayor, huyendo constantemente de la cámara de su padre). Y Sara, bellísima, sin rastro de maquillaje, la melena larga, con aires hippies, la piel muy bronceada, y los pechos siempre desnudos. Jugando con los niños en la piscina, tomando el sol con las amigas o besándose con su marido en cualquier momento. La imagen misma de la libertad, de la felicidad, de la alegría. Y no hay engaño porque ninguna de esas cosas puede ser fingida. Y si lo son, fingidas, se nota mucho y la historia, ante los ojos de quien observa (el atrevimiento de mirar), se desmorona. Son momentos reales, hermosos y llenos de ternura. Lejos de los focos, de los platós, de los escenarios, de las portadas de las revistas, de las pasarelas, donde Sara brillaba como lo que realmente era: una estrella.  

"Cómo pesa la vida, Olga. Más que la muerte", dice la protagonista de una de las mejores novelas de Soledad Puértolas, 'Una vida inesperada'. ¿Cuándo empezó a pesar la vida para Sara?, podríamos preguntarnos.  Posiblemente, tras la muerte de su marido, cuando todo aquello desapareció. Ese tramo de su vida, tan luminoso como se aprecia en esos vídeos caseros, es lo que nos reconcilia un poco con este mundo. Hay un tramo, más allá de las carreras profesionales y las situaciones económicas de cada cual, para la dicha. No todo está perdido. Y eso es lo que nos acerca definitivamente a un personaje único, con sus luces y sus sombras, con los altibajos que hay en toda existencia, que supo crearse, inventarse y reinventarse, salir indemne de los fuegos en los que a veces ella misma se metía. Sara está (en presente, sí) por encima de todo (y hace bien este documental en recordárselo a la gente más joven). Incluso de la incompresible y estúpida decisión de no haberle otorgado un Goya de Honor. 

jueves, 24 de julio de 2025

La muerte de las madres

Es verdad que últimamente lloro con mucha facilidad. No tengo que recurrir a grandes tragedias. Me basta con pasar por ciertas calles, percibir determinados olores o cambiar la hoja del calendario. Me dejo llevar. Por eso, como Almodóvar, no me quito las gafas de sol aunque estemos en una terraza a las diez de la noche. Tampoco me importa que me consideren un imbécil. Poco me influyen a estas alturas los rumores de las esquinas, como comprenderéis. Hoy he llorado temprano, en casa, sin gafas de sol. Ha sido leyendo el artículo que publica Eva Güimil en la sección de televisión de El País. Un artículo que pide a voces (Secretos a voces, diría Alice Munro) un relato largo y que hubiesen aplaudido Carmen Rico Godoy y Nora Ephron, y que seguro que les ha encantado a Elvira Lindo y Maruja Torres, sin ir más lejos. Ese brutal escalofrío que atraviesa sin piedad lo cotidiano. No os lo perdáis. Aunque estoy suscrito al periódico, creo que voy a comprarlo en papel para recortarlo, como entonces. 

miércoles, 23 de julio de 2025

Acerca del duelo

'Historias que olvidé contarte' (Dorothy Gallagher) y 'Ghostlight' (Kelly O'Sullivan, Alex Thompson). Un libro y una película sobre el duelo. Diferentes pérdidas, diferentes duelos. El mismo dolor. Y la palabra -la escritura, el teatro- como forma de evasión. Encontrar ahí, en la palabra, en las palabras, una manera de aferrarse al mundo para seguir adelante. Intentar entender los motivos en el caso de esos padres de la película que tienen el corazón roto. Intentar explicarle a su pareja y explicarse a sí misma en el caso de la escritora todo lo que está pasando a su alrededor (las pequeñas cosas que conforman el gran mosaico) desde que él se fue inesperadamente una soleada mañana de junio. Hay esperanza, hay sufrimiento, hay redención. Hay cicatrices, hay incógnitas, hay recuerdos. Y ese crujido interior que no aparece en las puestas de sol de las postales ni en las noches de luna llena de las películas con finales felices. Y la vida continúa, sí. A duras penas, pero continúa. Supongo que, después de todo, eso es lo que cuenta. También aquí y ahora

domingo, 20 de julio de 2025

La operación de Gena

Temblaba. Cuando el veterinario nos dejó pasar a verla, después de haber sido operada horas antes, estaba temblando dentro del transportín. Le dijimos palabras cariñosas para que reconociera nuestras voces y yo acaricié su cabeza con un dedo de la mano derecha. Poco a poco, ya de regreso a casa, se fue tranquilizando. Lo peor ya había pasado. Ahora tocaba la recuperación. Poca broma: tenía una piedra afilada de más de un centímetro en la vejiga. Antinflamatorios y antibiótico para catorce días. Va, viene, se acuesta, se levanta, quiere jugar, nos acaricia con la cabeza, se deja acariciar, no quiere el vestido que nos aconsejaron ponerle para que no se lama la cicatriz (cuando se lo ponemos, se deja caer y se queda quieta, paralizada, como una muñeca abandonada en el suelo o como aquella Elizabeth Taylor de 'Cleopatra' recostada en almohadones), pero sigue, como es lógico dado el abundante medicamento, algo molesta y amodorrada. Pobre gatina, susurramos, conteniendo tantas emociones vigentes. Pobre Gena. Aquí no se libra nadie. Y le ponemos su comida favorita y maúlla débilmente, y decimos parece que se va recuperando, y se va recuperando, pero lentamente. Aunque la vida pasa a toda velocidad, hay cosas -muchas cosas- que transcurren tan lentas como los veranos en la ciudad y parecen casi interminables. Continuamos a la espera. De su recuperación y de algunas otras cosas. Paciencia, esa palabra.

sábado, 12 de julio de 2025

Palabras de Salva Robles

Texto de Salva Robles, profesor y escritor, sobre 'Mi madre y yo': 

Hoy tocó este. Tocaba emocionarse y empatizar con el dolor de su autor. Cuando los recuerdos de otros estallan, uno rememora los suyos inevitablemente. Qué belleza dolorosa (pero belleza) hay dentro de sus páginas. Vaya madre y vaya hijo existen en el libro. Ha sido cerrarlo, y sentir que los conocía de toda la vida a ambos. Ahora quiero abrazarte más que NUNCA, querido Ovidio Parades.

viernes, 11 de julio de 2025

Después de la fiesta

Después de la fiesta, cuando todos están ya bastante borrachos, ocurre algo inesperado. Una mujer lo descubre y se convierte en su obsesión durante años. Ese algo inesperado es el tema sobre el que giran los seis capítulos de esta serie neozelandesa. Una serie compleja, excelente, durísima, que se centra en uno de los temas más sórdidos y repugnantes de esta sociedad. No es un descubrimiento Peter Mullan, actor y director comprometido y siempre creíble. Sí lo es, al menos para mí, la actriz Robyn Malcolm, un auténtico huracán que sacude cada escena con su poderosa interpretación. Una de las mejores series que he visto últimamente, 'Después de la fiesta'. En Filmin

martes, 8 de julio de 2025

El sendero de la traición

Anoche volví a ver 'El sendero de la traición', la película de Costa-Gavras. Qué bien ha envejecido. O casi mejor: no ha envejecido en absoluto. Ahí está, de plena actualidad, la salvaje persecución al diferente. El guion, la imagen final, todo el reparto. Especialmente, Debra Winger: qué actriz tan buena, qué papelón hace. Y qué poco se prodiga, lamentablemente. Y qué poco la premian. En Filmin.

domingo, 6 de julio de 2025

Homofobia

 Quería hoy escribir sobre la película de Gracia Querejeta, 'La buena suerte', basada en la novela de Rosa Montero, pero los cines se quedaron sin aire acondicionado y cerraron la sala donde la proyectaban. Así que tengo que hablar de homofobia, para variar. Lo que vivimos ayer. Decidimos, después de la negativa del cine, ir a comprar uno de esos cojines alargados para las espaldas de cincuentones. Allí estábamos. Rosa y azul. A escoger. A nuestro lado una pareja, hombre y mujer, más o menos de nuestra edad, estaban decidiendo sobre el mismo asunto. Ese, dijo el hombre. Ese era el rosa. ¿Dónde vas tú con esa mariconada?, sentenció la mujer. El hombre emitió una especie de gruñido a medio camino entre la risa y la falta de oxígeno. Nos largamos. 


A tomar una caña. Nos sentamos en una terraza, bastante alejados del resto. Qué más da. Hay gente que le encanta hablar a voces. Tres mesas más allá, cuatro mujeres entre 40 y 60 años y un tipo sobre los treinta y pico, modernillo, con uno de esos tatuajes que ocupan todo el brazo (describo su brazo, nada tengo en contra de la gente que se tatúa). Una de las mujeres estaba hablando de un chico joven, era la única que hablaba en tono normal así que no pudimos oír sus palabras. Sí, en cambio, muy nítidamente, las del tipo que estaba con ellas. Ese es, refiriéndose al joven del que la mujer hablaba, un mariposón. Jajaja. Las cuatro mujeres se rieron a gusto. Qué risa, tía Felisa. 

Más que malestar, lo que sentimos fue auténtica vergüenza ajena y bastante asco ante tanta ignorancia. En Madrid se celebraba el Orgullo, recordamos. Y también pensamos que no es que la caverna haya vuelto. Es que no se ha ido nunca, me temo.  

domingo, 29 de junio de 2025

Primer día de trabajo

El día era gris y lluvioso. En mis manos tenía las llaves de aquella librería que iba a abrir por primera vez en mi vida. Ya no me iba a colocar a ese lado del mostrador donde tantas veces había estado, sino al otro. No estaba nervioso. Bueno, sólo un poco. Abrí la puerta de la librería. El olor de todos aquellos libros, el silencio, las sombras... Y mi silueta perfilada entre aquellas sombras. Encendí las luces, todas las luces. Como las encienden los técnicos cuando el actor se sitúa en el centro del escenario, preparado ya para ofrecer al público su interpretación. Y allí me situé, al otro lado de aquel mostrador. En ningún momento me sentí un extraño de aquel lado. Todo lo contrario. Tuve la sensación, como la tiene ese mismo actor que está a punto de hablar en el centro del escenario, que estaba ocupando el lugar que me correspondía. Han pasado muchos años de aquella mañana gris y lluviosa. Cada 29 de junio, al despertarme, es lo primero que recuerdo.

sábado, 28 de junio de 2025

Feliz 28 de junio

Apareció de madrugada, finalizando la primavera, hace dieciocho años. La sonrisa del hombre que con el tiempo se convertiría en mi marido. Era un hombre guapo, elegante, con clase. Tenía los ojos azules. Bailábamos en el centro de la pista, bajo una bola de luces como la del mítico Studio 54, aquel idealizado Nueva York de los 70. Casi todo el mundo se había retirado cuando surgió aquel intercambio de sonrisas. Dos sonrisas en la penumbra de un local que hoy, como tantos otros, ya no existe. El humo de los cigarrillos rubios y el sabor amargo de las copas con hielo y limón. El travesti que había imitado a Madonna ya tenía el maquillaje cuarteado, las pestañas en el suelo y la peluca, que parecía un gato callejero y famélico, sobre la barra. True Blue, Baby, I love you. Salimos juntos y nunca volvimos a separarnos. Nos alejamos de allí tarareando la misma canción, quizá alguna del repertorio de la rubia nacida en Michigan en el verano de 1958, bajo un sol que lucía tímido aún. Día de playa, que decimos por aquí.   


Feliz 28 de junio a toda la gente decente y respetuosa. Muy especialmente, a esas personas valientes que hoy van a salir a manifestarse en Hungría, en contra de lo permitido, para reclamar lo que resulta obvio: la libertad individual de elegir a quien amar o con quien acostarse. 

jueves, 26 de junio de 2025

Dos años sin mi madre

Dos años sin mi madre. Esta mañana, cuando la ciudad todavía estaba despertando, salí muy temprano de casa. Así, más o menos, era el paisaje que me encontré: Los hombres que descargan los periódicos y las revistas en los pocos kioscos que van quedando, las pescaderas moviendo con brío las piezas que aún parecían vivas, los camareros colocando las sillas de las terrazas, las personas que recogen a los ancianos en sus portales para llevarlos a pasar el día con otros ancianos, los niños adormilados que van a natación o a alguna clase particular, una pareja -hombre y mujer- que venían de fiesta, sin parar de besarse (¿la primera cita?), o ese vecino que saca a pasear al perro y se mete a esas horas el primer vino del día. Me acerqué a la casa de mis padres. Desde la acera de enfrente, vi la ventana donde mi madre se asomaba cuando nos íbamos de casa. Era lo que quería ver, esa ventana. Mi padre aún no había levantado la persiana. No importa, pensé. Aún tengo la capacidad de ver esa ventana y a mi madre, sonriendo, tras ella. Aunque la médica me recetó una pastilla para que no me pasara las horas llorando, a veces se le olvida hacer su efecto. Dos años de orfandad. De intentar afrontar la realidad y alcanzar el sosiego necesario para continuar mi viaje sin ella. Mucho trabajo para los peores veinticuatro meses de mi vida. Aunque allí, en medio de la calle, podría haberle dicho muchas cosas a una ventana con la persiana bajada, no dije nada. Continué mi camino. El de todos los días. Seis kilómetros de paseo. Hacía ya mucho calor y el sol pegaba con fuerza, igual que aquel día de hace dos años. Como entonces, sigo sin saber decir adiós. 

sábado, 21 de junio de 2025

The last showgirl

'The last showgirl' es una película que reflexiona sobre el paso del tiempo, sobre lo que pudo haber sido y no fue, sobre las relaciones personales que se atascan, sobre las vidas truncadas. Es triste y melancólica, y está muy bien narrada por Gia Coppola, nieta del mítico director de varias obras maestras. La desolación en un paisaje tan proclive a ello como es el de Las Vegas: esos hombres y mujeres jugando en los casinos y bebiendo copa tras copa, esas camareras que los atienden y que tienen que exhibir con descaro sus pechos para recibir mejores propinas. Y esas mismas camareras, llegadas a cierta edad, siendo sustituidas sin piedad por camareras más jóvenes. Esa camarera es aquí una Jamie Lee Curtis que otorga su enorme talento a la decrepitud de su desvalido personaje (sólo por la escena bailando en la mesa del casino ya se merecía todos los premios). Vulnerable también se muestra Pamela Anderson, despojada de las pestañas postizas, las lentejuelas, los collares y los maquillajes excesivos que requiere su trabajo, la actriz compone el papel de su vida, entre esa vulnerabilidad y la fuerza de quien lucha por aquello en lo que cree, desafiando las reglas que impone el paso del tiempo. Se merecía, como Curtis, haber estado entre las finalistas de los pasados Oscar.

Es preferible, si se puede, verla en versión original, donde se captan la magnitud y los matices de ambas interpretaciones. Y suena la música triste donde se hunden las tristezas de lo que acarrea muchas veces el hecho de estar vivo y comprender que todo esto no es un juego.

sábado, 14 de junio de 2025

Otra mujer en la playa

Es muy alta y delgada. Tiene un aire a Tilda Swinton o a la Nico de los últimos tiempos. Lleva uno de esos vestidos largos y ligeros de playa, que no se quita nunca, y una pamela enorme de la que sólo se desprende si sopla fuerte el aire. Tiene cierto misterio. No sé si es una mujer interesante o una mujer que se ha pasado con el orfidal o con lo que sea que fume. En todo caso, está claro que le hubiese encantado ser modelo o algo similar. Cuando camina por la orilla del mar, levanta un poco el vestido, con un gesto de otra época. Va acompañada de una mujer mucho más baja que ella, con la que apenas habla. Sospecho que le gusta que la observen. Se aleja, siempre por la orilla, mostrando los tobillos y las uñas de los pies pintadas de morado. Con ese misterio que quizá se trate de timidez o de una manera de protegerse.

viernes, 13 de junio de 2025

Feliz cumpleaños, madre

Milena Busquets dice en su último libro, 'La dulce existencia', que ve a su madre caminando por Cadaqués, después de tanto tiempo. Cómo la entiendo. Yo también veo estos días a mi madre caminando por las estrechas calles de aquí, de San Juan. Por la playa, los cafés, las tiendas y los puestos de helados. Al amanecer o al atardecer, no importa. Joven, guapa, sonriente, en aquel tiempo de nuestros largos veranos en el sur. Ahí está esa fotografía sobre la que no se pone el tiempo amarillo porque la fotografía está viva como en las últimas que le hice. La veré hoy, seguro, por las estrechas calles o a la orilla del mar, ahora o luego. Hoy, precisamente, que, como Jessica Lange hace unas semanas, hubiese cumplido 76 años

viernes, 6 de junio de 2025

Edmund White

El niño que se siente extraño en su lugar de nacimiento. El joven que se siente atraído por otros jóvenes. El hombre que viaja a la gran ciudad. El hombre que busca placer en los cuerpos de otros hombres. El hombre que se enamora de otros hombres. El hombre que escribe, que cuenta las historias que le han ido pasando, que le están pasando. El hombre que admira la cultura europea, que escribe sobre Proust, sobre Genet, sobre Rimbaud... El hombre que vive transformaciones sociales relacionadas con todas las sexualidades consideradas minoritarias y, por tanto, perseguidas. El hombre que vive de cerca los primeros años del sida. El hombre que sigue escribiendo, imparable, y formándose, y divirtiéndose. Ese hombre se llamaba Edmund White, murió el pasado día 3. Tenía 85 años.

Los hombres (y las mujeres) que empezamos a leerlo en la juventud, seguiremos haciéndolo, pendientes de nuevas traducciones de sus libros. Hay bastantes en castellano, en librerías de segunda mano y también en las otras. Personalmente, me gustan mucho los cuentos del volumen 'Desollado vivo' (Destino, 1996). Puede ser una recomendación. Hay varias.
Descanse en paz, Sr. White, y, como siempre, gracias.

martes, 3 de junio de 2025

This little bird

El verano que agoniza lentamente, el relato al que le falta un final a la altura de lo anterior, la bicicleta tirada bajo la higuera, la ropa tendida al sol de la tarde, el viento que avisa de algo, la tormenta a finales de agosto, la madre que ya no está, los gorriones que revolotean sobre los higos todavía demasiado verdes, el olor de la tierra removida, las nubes que pasan con formas extrañas, los niños que crecen, los perros que mueren de viejos, los gatos que se esconden, la arena todavía entre los dedos de los pies, los decolorados sombreros de paja, las señales de humo, el pequeño fuego a lo lejos, el pisto que se cuece despacio en la cocina, el vaso de vino previo a la cena, las últimas carcajadas, la conversación que se alarga, la luna que asoma, los ojos achispados, el sabor del cigarrillo prohibido, las vulnerabilidades, la canción que suena una y otra vez... This little bird, de Marianne Faithfull, que acaba de cumplir sesenta años. Esa canción y esas evocaciones. 

sábado, 31 de mayo de 2025

Grace Jones

Grace Jones, que acaba de cumplir 77 años, es salvaje, atrevida, descarada, sensual, misteriosa, divina. Y un tanto maleducada, si atendemos a la famosa entrevista donde el presentador le dio la espalda para charlar con otro invitado y ella empezó a golpearlo sin control. Modelo, actriz, compositora, cantante. Por la memoria de los vídeos revisados de Studio 54, se muestra rotunda bailando y cantando con una larga falda brillante y los pequeños pechos desnudos, rodeada de hombres semidesnudos, que, posiblemente, tras apagarse la cámara, el semi desaparecería por completo de la ecuación. Otros tiempos que, a veces, rompen este presente tirando a pacato -pacato, realmente, para qué engañarse- pulsando de nuevo la función de inicio. Y ahí vuelve a estar Grace. Como lo estaba en aquel piso parisino compartido en los inicios -ya muy lejanos- con Jessica Lange y Jerry Hall. Menuda tela para mitómanos. 
No sé muy bien las razones, pero la imagen de Grace Jones suele evocarme las fotografías de Robert Mapplethorpe. Aquellos cipotes desmesurados y aquellas flores bellísimas. Supongo que esa mezcla de dureza y fragilidad también está en la actriz y por eso me vienen a la cabeza aquellas fotografías geniales, irrepetibles, que tuve ocasión de ver en una exposición en Madrid hace algunos años y otra en Gijón hace muchísimos más.  

Pura carnalidad, puro lirismo. Y esa peligrosa dosis de divismo que, cuando se traspasa más de la cuenta, puede dar en conflicto. Quizá la edad haya conseguido calmarla.  

viernes, 30 de mayo de 2025

Feria del Libro de Madrid

 Javier Castro Florez, editor de Newcastle, escribía esto después de la lectura de 'Mi madre y yo':

"Busco hasta debajo de las piedras cualquier libro en el que alguien recuerde a su madre. Pues bien, con esta autoridad que me autoconcedo, pongo solemnemente en el podium de los tres mejores libros sobre madres a este precioso "Mi madre y yo" de Ovidio Parades (estaría acompañado de "Visita de año nuevo" de Antonio Moreno y de "Ritual de dueño" de Isabel de Naverán).
Es un libro emocionante, lleno de dolor y amor y que se te pega a la piel como un gato en invierno, acostado a tu lado ronroneando cerca, muy cerca, de ti".
En la Feria del Libro de Madrid, si os apetece, podéis encontar el libro en la caseta de Tres Hermanas, la 117.

viernes, 23 de mayo de 2025

Fotografías

Me ha emocionado mucho la fotografía del ministro Puente con su padre, un anciano, y su hijo, un bebé de apenas unos días. Los ojos, con una alegría y un entusiasmo que no se ocultan, del padre y del abuelo. Los del bebé, como es lógico, están cerrados. Qué contraste con esas otras imágenes de interminables guerras que estamos viendo estos días. Hay esperanza, parece decirnos esa fotografía, aunque sea débil y a veces sólo consiga colarse por una grieta abierta en medio de la pared. Luz que se filtra por esas rendijas.

"Mi padre era jardinero. Ahora es jardín", así comienza Gueorgui Gospodínov su último libro, 'El jardinero y la muerte', donde narra los últimos meses de la vida de su padre. Terrible y bellísima narración, muy cercana al poema. Como también lo es, ya lo comenté en El Cuaderno, el libro que Menchu Gutiérrez escribió tras la muerte de su madre, 'Vida y muerte de un jardín de papel'. Madre y jardines. Ahora, recuerdos y jardines. Y las manos manchadas de tierra.
Mi padre nunca tendrá una fotografía como la de Puente porque no tiene nietos. Sin embargo, también me emociona su fragilidad tras la muerte de mi madre. Y cómo intenta, a ratos, ocultar esa fragilidad para que nosotros, sus hijos, sepamos que una parte del faro continúa encendida. El padre sigue en pie, quiere decirnos sin decirlo con palabras. No son necesarias. Nosotros entendemos. Y sabemos que esa mitad de la luz nos ayuda, en cierta medida, a seguir avanzando. Luz a la que aferrarse. Y las manos manchadas de tinta.

jueves, 22 de mayo de 2025

Mi madre y yo, por Leticia Sánchez Ruiz

 Hace un año -cómo pasa el tiempo, aunque haya heridas complicadas de curar-, presentaba en Oviedo mi libro más personal (el que nunca hubiese querido escribir), 'Mi madre y yo'. Horas antes, Leticia Sánchez Ruiz (publica nuevo libro en unos días, atención), que me acompañó en el trance, escribía uno de los textos más hermosos de los muchos que se han escrito sobre él. Mi agradecimiento de nuevo para ella y para toda la gente que se sigue acercando a este trabajo. Aquí está el texto de la amiga y escritora:

Leí `Mortal y rosa' de Paco Umbral en un aeropuerto, y también leí así, entre esperas y aviones, 'Mi madre y yo' de Ovidio Parades. Fue algo casual pero me pareció relevante: los dos son libros que hablan sobre la pérdida de un ser querido, los dos son libros hermosísimos, los dos son pura literatura. Supongo que esta clase de historias hay que leerlas en un estado de tránsito. Parades habla de la muerte de su madre, de ese camino de no retorno que fue haciendo poco a poco con ella, del dolor que le produjo, de la devastación que supuso el fin, del vacío que esta ausencia le dejó; el pecho temblando por el agujero de una bala que se ha llevado parte de su corazón y late distinto, desprotegido, desnortado. Pero en este libro no se habla únicamente de muerte, sobre todo se habla de vida. De lo que Ovidio vivió con su madre, de quién era ella, de quién es él y de quiénes eran ellos dos juntos. 'Mi madre y yo', como todo buen libro, está plagado de contrastes. El verano brumoso en que su madre fallecía y los tiernos veranos de la infancia bajo el sol mediterráneo que vivieron (y los locos veranos de amor en Gijón). El dulce pájaro de la juventud en el que cualquier cosa era posible, y la nostalgia de una vida ya pasada. El inabarcable amor que encontró con Íñigo, y el desprecio que halló en unos compañeros de colegio que se hacían fuertes insultando al que era distinto. Está lleno de libros, de cine, de terrazas, de comidas, de teatro, de viajes, de fruta jugosa, de copas de vino, y también de hospitales, partes médicos, convalecencias, dudas, temores, manzanas podridas, incomprensión. Dolor y alegría. Mucha alegría, y mucho dolor. 'Mi madre y yo' no sólo es un hermosísimo canto de amor a Nuria Álvarez Alonso, sino también, a mi parecer, la mejor obra de Ovidio Parades, en la que su literatura llena de detalles brilla como nunca y ni una sola línea tiene desperdicio.

martes, 20 de mayo de 2025

Una foto de Navidad

Íñigo trajo ayer de casa de sus padres una de esas fotografías que nos hacíamos de pequeños en Galerías Preciados sentados sobre las piernas de un Rey Mago. Mi hermana y yo también tenemos las nuestras. Todos los niños de la época tenemos una (o varias). Un clásico. Creo que el negocio sigue en El Corte Inglés, aunque la Navidad para mí ya sea algo borroso donde sólo se acumulan recuerdos y largos paseos por una ciudad que no es la mía. Siendo una foto preciosa de un niño guapísimo (un poco asustado, eso sí) que se convirtió en un hombre igual de guapo, no era a esto a lo que iba. A lo que iba es al Rey Mago. Gaspar, deduzco. Un chico sobre los treinta, quizá menos, con ojos marrones y bonitos, ¿un poco achispados?, ¿oliendo a tabaco rubio?, con la barba postiza y toda la parafernalia del asunto. Pienso en ese chico. ¿Qué habrá sido de él? ¿Querría en esa época, finales de los 70, ser actor, poeta, mimo, maestro, ingeniero de minas, peluquero, tabernero? O simplemente quería sacarse un dinero extra para salir el fin de semana con una novia de la que ahora, si sigue vivo, posiblemente no sepa nada. Quizá estén muertos los dos. La droga empezaba a causar estragos, ya recordamos. Es otra posibilidad. También puede ser que con esa chica o con otra formasen una familia y ahora sea un hombre viejo y cansado. O sea un hombre más o menos feliz -viudo o aún casado- viviendo en un apartamento del sur con vistas al mar, leyendo las memorias de Nabokov por las mañanas y jugando al bingo por las tardes, escuchando Radio Clásica y tomándose después un gin-tonic de Beefeater poco cargado mientras cae la noche y algunos pescadores siguen faenando en sus barcas. Quién sabe.  

sábado, 17 de mayo de 2025

Contra la LGTBfobia

En este Día Internacional contra la LGTBfobia podría decir muchas cosas. Algunas ya las he escrito en mis libros. Y otras, como el caso que me contó ayer un antiguo vecino sobre el bullying que están ejerciendo contra su hijo, no las cuento porque no me pertenecen. Pero me duelen, todavía me duelen. Puedo contar una anécdota reciente que refleja bien el odio de algunas personas. Cuando salía a pasear con mi madre, nos encontrábamos a menudo con una mujer que ella conocía porque coincidían en los mismos comercios. Bien. Esta mujer se dirigía en todo momento a mi madre, como si yo no estuviese presente. No me iba la vida en ello, como entenderéis, pero era desagradable porque si algo no soporto, además de la homofobia, es la mala educación. Y esta tipa, aparte de homófoba, era una maleducada. Es. Porque la encuentro a menudo por el barrio y, aunque la encuentre cara a cara, jamás me saluda. No pasa nada. O no pasa nada de momento. Porque gente como ella es la que cuando algo sí puede pasar, se ponen los primeros en la fila a tirar piedras.

Toca reflexionar, si tienes un poco de sentido común. Y el que no lo tenga, que lo vaya buscando. Porque ayer me tocó a mí, hoy le toca a ese chico de quince años y mañana puede ser el hijo o la nieta de alguien como esta maleducada de la que hablo, y entonces a ver qué pasa.
Aunque suene a tópico, no hay que bajar la guardia. Como estamos viendo en todo el mundo, los derechos conseguidos pueden desaparecer en cualquier momento

viernes, 16 de mayo de 2025

Paisaje

Viernes. 7 y media de la mañana. Acompaño a mi hermana a la estación de autobuses. Una mujer de unos sesenta años cuenta en voz alta su vida: lo que tuvo que limpiar, lo que le costó comprar su casa, lo mal que la trata este país, y en este plan. Me despido de María. El monólogo de la mujer continúa cuando salgo de la estación. Prosigo mi paseo debajo de una lluvia fina. Paso por delante de un tugurio que pensaba que llevaba años cerrado. El portero saca a los últimos clientes. Apenas pueden sostenerse en pie, pero agarran con fuerza la última copa que les han puesto en un vaso de plástico. Gente de mi edad más o menos. Un poco después un tipo, también en torno a los cincuenta, se despide con besos que lanza al aire de una chica que está a unos metros de él. Les cuesta mantener el equilibrio. Él apura un cigarrillo y se mete en un taxi. Ella sigue caminando como puede. ¿Han vuelto a ponerse de moda las noches de los jueves para salir? Agradezco, con moda o sin ella, no estar en edad de salidas nocturnas. Agradezco también las pocas ganas que tengo de ello. En contraste, niños que van al colegio. Caras de sueño, caras risueñas, algarabía infantil. Una niña diminuta, también esperando a que cambie el semáforo, me dice hola. Le contesto de la misma manera. La madre, al ponerse el semáforo en verde, tira de ella como diciendo no son horas de hacer amistades, nena. Paso por delante de una panadería cuyo olor me seduce. Entro y compro una barra de pan. Aún está caliente. Ese calor me reconforta. Le hago una foto a ese paisaje donde decían que hoy iba a lucir el sol. Pienso en Raymond Carver y sigo caminando. Hoy van a ser más de seis kilómetros, seguro

jueves, 15 de mayo de 2025

Insoportable lluvia

Ya no me gusta la lluvia. La lluvia ensucia mis zapatos y cala mis huesos. No importa que te protejas con un paraguas tamaño XL y te pongas abrigo, chubasquero y el jersey más grueso del armario. Se escurre, como una serpiente, y su humedad te atrapa. No tiene piedad. La lluvia queda bien en algunas películas, imágenes poéticas que conserva la memoria, pero se hace pesada en el quehacer cotidiano. Sobre todo, en estas ciudades donde llueve constantemente. Ya puedo sentirla desde la cama -hoy mismo-, repicoteando contra el suelo del patio, contras los cristales de las ventanas, contra mi memoria. Ya puedo sentirla, sí. Y no la quiero. No, no la quiero. Mis huesos no la quieren. Todo tan verde y tan bonito, dicen los visitantes de otras ciudades. Todo tiene un precio. Este es el nuestro. Insoportable ya. 



miércoles, 14 de mayo de 2025

Azucena Vence

La vida es larga. La vida es corta. La vida y las complicaciones. La vida y las alegrías. La vida está llena de gente imbécil. La vida está llena de gente cómplice. La vida es una conversación del pasado y una conversación pendiente. La vida es un libro, y una voz, y un micrófono, y un cruce de miradas, y una copa de vino. La vida son recuerdos de diferentes alcances. La vida son páginas con letra muy apretada y páginas en blanco. La vida son partes de un puzle que, a estas alturas, ya no se puede completar. La vida también es saber eso. La vida es esto y ahora. La vida, y el amor, y la amistad. La vida y la suerte de que a veces te ponga en el camino a personas con coherencia y ética que te entregan su afecto. La vida y Azucena, por ejemplo. Feliz cumpleaños y larga vida, amiga. Espero de nuevo esa voz para el otoño, si tú quieres. 

miércoles, 7 de mayo de 2025

Gena en el veterinario

Vengo del veterinario con Gena. Infección de orina. Algo común, ya lo sé, pero como he visitado tantas veces esa consulta con Francesca pues todo se remueve. Bajo los focos, con mis manos sobre su cuerpo tembloroso, Gena protesta suavemente, como si aceptara resignada que hoy toca eso. Precisamente, esta mañana, mientras leía los periódicos, me aparecieron unas palabras de Massiel en las que decía que, salvo cuatro afortunados, venimos a esta vida a sufrir. Qué razón llevas, Tanqueta. Todo el mundo dice que sus gatos son buenos y cariñosos. Y será verdad, no lo dudo. Pero esas palabras, en el caso de nuestra gata, se quedan cortas. Como es tan excesiva, pues también lo es en eso. No puede estar sola ni un minuto. Si no es aquí, conmigo, es allí, donde Íñigo trabaja. Y cuando nos marchamos, el drama es mayúsculo. Cada ser vivo tiene su carácter. Y éste es el de Gena.

Ya en la calle, bajo este agradable sol de hoy, me siento en una terraza tranquila y pido un café. La coloco a ella en un lugar donde también da el sol y se queda poco a poco adormecida. El día será duro porque no puede comer nada hasta la noche, sólo agua. Pero eso ella ahora no lo sabe. Duerme y abre los ojos cada poco para comprobar que sigo allí. Y entonces, al verme, vuelve a cerrarlos, lanzando un casi imperceptible ronroneo que viene a indicar que todo está bien de nuevo. Y yo tengo la sensación de que el mundo ha dejado de girar y, por unos instantes, podemos atrapar algo parecido a la serenidad.

sábado, 3 de mayo de 2025

Norma Aleandro

Ayer cumplió 89 años la actriz Norma Aleandro. Además de sus películas, tuve la suerte de verla hace algún tiempo en Buenos Aires interpretando a la madre de 'Agosto (condado de Osage)', de Tracy Letts. No hay palabras suficientes para definir el espectáculo de aquella mujer. No podías apartar en ningún momento los ojos de ella. La manera de modular la voz, de mover el cuerpo, las manos, los ojos. Y aquel silencio cada vez que aparecía en escena y decía su texto. En aquel momento, me pareció que el papel era perfecto para Lola Herrera. Y tras ver de nuevo a la vallisoletana en 'Camino a la Meca' (ahora de gira) sigo pensando lo mismo. Aquí lo interpretó Amparo Baró, que, aunque no tuve ocasión de disfrutar de su trabajo, son palabras mayores también. Creo que debería reponerse más

sábado, 26 de abril de 2025

Liza Minnelli: absolutamente real

Está bien, muy bien por momentos, pero tengo la sensación de que falta algo. No hablo de morbo. No es difícil imaginar ciertas cosas, aunque no se mencionen o se mencionen de pasada. Me refiero a algo más completo y más complejo. A lo oscuro y a lo rutilante. A lo que se esconde y a lo que brilla como ella misma sobre un escenario. Ahí puede estar una parte de lo que apunto: no se hace demasiado hincapié a todas las giras realizadas a lo largo de varias décadas por todo el mundo. ¿Quizá no había mucho material o no se tenían los derechos? Puede ser. A sus trabajos teatrales, televisivos, discográficos y cinematográficos más allá de los tópicos ('Cabaret', 'New York, New York' y el mítico concierto 'Liza with a Z')). Se habla de las adicciones como si un mes estuviese puesta de todo, ingresase en Betty Ford, y ya está. No se profundiza demasiado en temas esenciales. No se menciona el sida y todo ese lado oscuro de los gloriosos 70 y 80. De Studio 54 dice que no quiere hablar. Billy Stritch y Pet Shop Boys no aparecen por ningún lado. Y Sinatra y Sammy Davis asoman un minuto. Tampoco hay alusión a esos innumerables pasos que van de la juventud a la vejez. Parece que viviese los 70 y 80 y ya fuese la anciana actual. Cuatro imágenes de cinco décadas y ya. Definitivamente, una hora y media de documental es muy poco para una vida tan larga, tan fructífera, tan brillante y tan excesiva en todos los aspectos.

jueves, 24 de abril de 2025

Día del Libro 2025

El Día del Libro es un poco agridulce para mí. Por un lado, me acuerdo con nostalgia de la alegría de esa jornada en mis tiempos de librero. Y por otro, en los años posteriores al cierre de la librería, los paseos con mi madre recorriendo los puestos de la ciudad en busca de los títulos que ella siempre me regalaba. Esto es así y no queda más opción que asimilarlo. En ello seguimos. 

Por eso, me hicieron tanta ilusión estos libros que me regalaron. Carlota Suárez, una preciosa edición de 'Primera memoria' que acaba de publicar Destino. Y Ana Lamela y Esteban Cabrejas, sus últimos libros. Llegué a casa muy cansado, después de la charla sobre la Matute, porque no estoy recuperado del todo, pero ilusionado como aquel adolescente que buscaba libros incansablemente. 
Gracias a los tres. 

sábado, 19 de abril de 2025

El jardinero

La serie 'El jardinero' me ha entretenido bastante. Vi los seis capítulos seguidos. Tiene su punto y su a ver qué pasa con estos pájaros. Y luego están Cecilia Suárez, Emma Suárez, María Vázquez e Iván Massagué, que debería tener desde hace tiempo más protagonismo en cine, televisión o teatro. En Netflix

viernes, 18 de abril de 2025

Sanidad pública

Vengo del centro de salud.

Hoy me levanté con el ojo izquierdo, entre rojo y morado, muy hinchado, como si me hubieran dado un buen puñetazo (que no me dieron). Y el cuerpo machacado como si hubiese bebido todo el whisky de Kentucky (que no bebí). Aunque me resisto a pisar esos centros que tanto me recuerdan a mi madre, no me quedó otra opción. Conjuntivitis provocada por un virus. Molesto, pero nada grave. Cuento todo esto para que quede constancia de la amabilidad y profesionalidad de la enfermera y el médico. Viva la sanidad pública y quienes la defienden.