domingo, 20 de julio de 2025

La operación de Gena

Temblaba. Cuando el veterinario nos dejó pasar a verla, después de haber sido operada horas antes, estaba temblando dentro del transportín. Le dijimos palabras cariñosas para que reconociera nuestras voces y yo acaricié su cabeza con un dedo de la mano derecha. Poco a poco, ya de regreso a casa, se fue tranquilizando. Lo peor ya había pasado. Ahora tocaba la recuperación. Poca broma: tenía una piedra afilada de más de un centímetro en la vejiga. Antinflamatorios y antibiótico para catorce días. Va, viene, se acuesta, se levanta, quiere jugar, nos acaricia con la cabeza, se deja acariciar, no quiere el vestido que nos aconsejaron ponerle para que no se lama la cicatriz (cuando se lo ponemos, se deja caer y se queda quieta, paralizada, como una muñeca abandonada en el suelo o como aquella Elizabeth Taylor de 'Cleopatra' recostada en almohadones), pero sigue, como es lógico dado el abundante medicamento, algo molesta y amodorrada. Pobre gatina, susurramos, conteniendo tantas emociones vigentes. Pobre Gena. Aquí no se libra nadie. Y le ponemos su comida favorita y maúlla débilmente, y decimos parece que se va recuperando, y se va recuperando, pero lentamente. Aunque la vida pasa a toda velocidad, hay cosas -muchas cosas- que transcurren tan lentas como los veranos en la ciudad y parecen casi interminables. Continuamos a la espera. De su recuperación y de algunas otras cosas. Paciencia, esa palabra.

sábado, 12 de julio de 2025

Palabras de Salva Robles

Texto de Salva Robles, profesor y escritor, sobre 'Mi madre y yo': 

Hoy tocó este. Tocaba emocionarse y empatizar con el dolor de su autor. Cuando los recuerdos de otros estallan, uno rememora los suyos inevitablemente. Qué belleza dolorosa (pero belleza) hay dentro de sus páginas. Vaya madre y vaya hijo existen en el libro. Ha sido cerrarlo, y sentir que los conocía de toda la vida a ambos. Ahora quiero abrazarte más que NUNCA, querido Ovidio Parades.

viernes, 11 de julio de 2025

Después de la fiesta

Después de la fiesta, cuando todos están ya bastante borrachos, ocurre algo inesperado. Una mujer lo descubre y se convierte en su obsesión durante años. Ese algo inesperado es el tema sobre el que giran los seis capítulos de esta serie neozelandesa. Una serie compleja, excelente, durísima, que se centra en uno de los temas más sórdidos y repugnantes de esta sociedad. No es un descubrimiento Peter Mullan, actor y director comprometido y siempre creíble. Sí lo es, al menos para mí, la actriz Robyn Malcolm, un auténtico huracán que sacude cada escena con su poderosa interpretación. Una de las mejores series que he visto últimamente, 'Después de la fiesta'. En Filmin

martes, 8 de julio de 2025

El sendero de la traición

Anoche volví a ver 'El sendero de la traición', la película de Costa-Gavras. Qué bien ha envejecido. O casi mejor: no ha envejecido en absoluto. Ahí está, de plena actualidad, la salvaje persecución al diferente. El guion, la imagen final, todo el reparto. Especialmente, Debra Winger: qué actriz tan buena, qué papelón hace. Y qué poco se prodiga, lamentablemente. Y qué poco la premian. En Filmin.

domingo, 6 de julio de 2025

Homofobia

 Quería hoy escribir sobre la película de Gracia Querejeta, 'La buena suerte', basada en la novela de Rosa Montero, pero los cines se quedaron sin aire acondicionado y cerraron la sala donde la proyectaban. Así que tengo que hablar de homofobia, para variar. Lo que vivimos ayer. Decidimos, después de la negativa del cine, ir a comprar uno de esos cojines alargados para las espaldas de cincuentones. Allí estábamos. Rosa y azul. A escoger. A nuestro lado una pareja, hombre y mujer, más o menos de nuestra edad, estaban decidiendo sobre el mismo asunto. Ese, dijo el hombre. Ese era el rosa. ¿Dónde vas tú con esa mariconada?, sentenció la mujer. El hombre emitió una especie de gruñido a medio camino entre la risa y la falta de oxígeno. Nos largamos. 


A tomar una caña. Nos sentamos en una terraza, bastante alejados del resto. Qué más da. Hay gente que le encanta hablar a voces. Tres mesas más allá, cuatro mujeres entre 40 y 60 años y un tipo sobre los treinta y pico, modernillo, con uno de esos tatuajes que ocupan todo el brazo (describo su brazo, nada tengo en contra de la gente que se tatúa). Una de las mujeres estaba hablando de un chico joven, era la única que hablaba en tono normal así que no pudimos oír sus palabras. Sí, en cambio, muy nítidamente, las del tipo que estaba con ellas. Ese es, refiriéndose al joven del que la mujer hablaba, un mariposón. Jajaja. Las cuatro mujeres se rieron a gusto. Qué risa, tía Felisa. 

Más que malestar, lo que sentimos fue auténtica vergüenza ajena y bastante asco ante tanta ignorancia. En Madrid se celebraba el Orgullo, recordamos. Y también pensamos que no es que la caverna haya vuelto. Es que no se ha ido nunca, me temo.  

domingo, 29 de junio de 2025

Primer día de trabajo

El día era gris y lluvioso. En mis manos tenía las llaves de aquella librería que iba a abrir por primera vez en mi vida. Ya no me iba a colocar a ese lado del mostrador donde tantas veces había estado, sino al otro. No estaba nervioso. Bueno, sólo un poco. Abrí la puerta de la librería. El olor de todos aquellos libros, el silencio, las sombras... Y mi silueta perfilada entre aquellas sombras. Encendí las luces, todas las luces. Como las encienden los técnicos cuando el actor se sitúa en el centro del escenario, preparado ya para ofrecer al público su interpretación. Y allí me situé, al otro lado de aquel mostrador. En ningún momento me sentí un extraño de aquel lado. Todo lo contrario. Tuve la sensación, como la tiene ese mismo actor que está a punto de hablar en el centro del escenario, que estaba ocupando el lugar que me correspondía. Han pasado muchos años de aquella mañana gris y lluviosa. Cada 29 de junio, al despertarme, es lo primero que recuerdo.

sábado, 28 de junio de 2025

Feliz 28 de junio

Apareció de madrugada, finalizando la primavera, hace dieciocho años. La sonrisa del hombre que con el tiempo se convertiría en mi marido. Era un hombre guapo, elegante, con clase. Tenía los ojos azules. Bailábamos en el centro de la pista, bajo una bola de luces como la del mítico Studio 54, aquel idealizado Nueva York de los 70. Casi todo el mundo se había retirado cuando surgió aquel intercambio de sonrisas. Dos sonrisas en la penumbra de un local que hoy, como tantos otros, ya no existe. El humo de los cigarrillos rubios y el sabor amargo de las copas con hielo y limón. El travesti que había imitado a Madonna ya tenía el maquillaje cuarteado, las pestañas en el suelo y la peluca, que parecía un gato callejero y famélico, sobre la barra. True Blue, Baby, I love you. Salimos juntos y nunca volvimos a separarnos. Nos alejamos de allí tarareando la misma canción, quizá alguna del repertorio de la rubia nacida en Michigan en el verano de 1958, bajo un sol que lucía tímido aún. Día de playa, que decimos por aquí.   


Feliz 28 de junio a toda la gente decente y respetuosa. Muy especialmente, a esas personas valientes que hoy van a salir a manifestarse en Hungría, en contra de lo permitido, para reclamar lo que resulta obvio: la libertad individual de elegir a quien amar o con quien acostarse.